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“Lo más desagradable del principio de realidad es que tiene su origen en el miedo.” Fernando Savater.
Lo que debió ser un acto de lucidez democrática, se tornó, por obra y desgracia de una revolución de pacotilla, en un escenario bochornoso, vergonzoso, patético. Las secuelas de los resultados electorales del 6-D pasado se manifestaron este 5 de enero en los rostros y actuaciones atrabiliarias de los autodenominados revolucionarios. Todavía no se reponen de la insurgencia democrática del pueblo; siguen confundidos creyendo que recibieron un espaldarazo y no han reparado siquiera en que el pueblo les dio la espalda hastiado de tanta mentira, ineficiencia y gigantesca corrupción.
Los intelectuales y militantes de la izquierda mundial y más cerca aun, los de América Latina, deben estar avergonzados al presenciar la ópera bufa revolucionaria montada con la desafortunada actuación de algunos personajes. Lamentable el discurso estridente y envejecido de un joven como Rodríguez; el uso de la lengua bífida y vulgar del señor Carreño; la histeria atorrante de la señora Díaz; la xenofobia aberrante y olvidadiza del señor Ortega; y la pastosa y babosa perorata de un desconocido revolucionario de apellido Agüero, con la que saltó al museo de la desvergüenza. Todos bajo la férrea y soberbia mirada de ese Napoleón tropical de apellido Cabello.
En cambio, es necesario reconocer que la estrategia de la bancada democrática funcionó muy bien. La nueva AN se instaló bajo la acertada presidencia de Henry Ramos Allup para este período de transición. Su experiencia, su paciencia y firmeza permitió sortear con éxito las provocaciones, la necedad y el evidente saboteo de la resentida minoría oficial.
La nueva AN tiene un enorme compromiso y una gran responsabilidad; debe seguir oyendo al pueblo que ellos representan, a los distintos actores y sectores de la vida nacional. Tienen que legislar pensando en el desarrollo del país y tomando en consideración los avances científicos y técnicos mundiales. Los nuevos parlamentarios tienen como uno de sus retos, además, adecentar la política, generar credibilidad y confianza, diferenciarse de las posturas hipócritas que han degradado la política, ya que no se puede seguir pensando que el venezolano de a pie es un ignorante, como se lo han creído los enchufados del régimen.