La negativa al rechazar el “habeas corpus” permitió que el juez Sergio Moro -que es el juez que lleva la causa en Curitiba- pudiera retomar el expediente y ofrecer que el dirigente condenado pudiera presentarse al sitio de su reclusión por sus propios medios el 6 de abril antes de las 5 pm
La decisión mayoritaria del Tribunal Supremo Federal del Brasil en su Sesión Plenaria del 4 de abril al negar la solicitud del habeas corpus interpuesta por los abogados de Lula, puso fin a la intención de postergar la aplicación de las sentencias de condena de prisión al exmandatario. El máximo Tribunal ratifica con su decisión la pertinencia de las sentencias pronunciadas anteriormente en aplicación a la legislación penal que tipifica el delito de corrupción.
Lo cierto es que la opción condenatoria fue pronunciada en las investigaciones policiales, federales y regionales y de manera concreta tanto por los jueces de la primera como de la segunda instancia de los Tribunales regionales, que coincidieron en su condena. La negativa al rechazar el “habeas corpus” permitió que el juez Sergio Moro -que es el juez que lleva la causa en Curitiba- pudiera retomar el expediente y ofrecer que el dirigente condenado pudiera presentarse al sitio de su reclusión por sus propios medios el 6 de abril antes de las 5 pm, en el que se le otorgarían algunos privilegios por su alta investidura pasada. En vez de aceptar el llamado del juez, el dirigente político más bien decidió atrincherarse en la sede del sindicato metalúrgico de Sao Bernardo dos Campos en el interior de Sao Paulo convocando además a más de 30 mil militantes y simpatizantes para resaltar su fortaleza.
Lo grave de esta provocación de Lula al postergar la aplicación de la condena por los escandalosos hechos de corrupción obedece al hecho de que al ejecutarse la condena ya no podría continuar con su aspiración para a presentar su candidatura Presidencial para las elecciones de octubre de este año, porque estaría inhabilitado jurídicamente.
A pesar de la claridad de las sentencias adoptadas por las diferentes instancias jurisdiccionales contra el exmandatario, los seguidores del líder del PT, dentro y fuera del Brasil, han querido “politizar” la sentencia y maquillar el hecho delictivo alegando que se trata de un detenido político y que con ello se pretende impedir el futuro Presidencial de Lula. A pesar de la vehemencia de unos y otros, no puede haber otro camino distinto al de un procedimiento constitucional que rechace la impunidad de Lula, porque de no aplicarse la condena, se abriría la “caja de Pandora” imposible de impedir que la corrupción sea el mecanismo para promover a dirigentes políticos de las diferentes posiciones.