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El Estado al fin se compadece de la crítica situación que carcome a las universidades. Lo comprobamos hace un par de días, cuando una comisión mixta de diputados de las dos principales fracciones políticas de la Asamblea Nacional visitó las instalaciones de nuestra centenaria LUZ para evaluar la paupérrima crisis que vivimos in situ y de boca de autoridades, gremios y estudiantes. El encuentro resultó altamente positivo y esperanzador.
El esfuerzo de la nueva Asamblea Nacional en indagar sobre los trasfondos de nuestra problemática resulta trascendental. Su interés se evidenció en cada intervención, en la escucha atenta a los problemas, en cada consejo que nos extendieron los parlamentarios tanto de la MUD como del Gran Polo Patriótico. En esa extensa jornada de trabajo triunfaron los valores sobre los que deben descansar nuestras instituciones: la pluralidad, el respeto y el altruismo.
Las intervenciones dieron pie a una detallada exposición de nuestros asuntos más críticos: la democracia plural y autónoma de la institución, presupuestos, cupos y demás urgencias estudiantiles, infraestructura, conflictos contractuales. Fue un espacio abierto de diálogo donde el término “crisis” fue el convidado de honor. Nuestros recursos alcanzan, de facto, hasta marzo. El optimismo es mínimo, el drama institucional es despiadado, pero al menos se nos abre un resquicio de esperanza.
La delegación parlamentaria entendió nuestra calamidad. Sí, la universidad siempre logra, de alguna manera y gracias a la fuerza de su capital humano, salir adelante, pero los recursos de este año son vergonzosamente escasos. El déficit actual es bufo.
Estamos reanimados, no obstante. Desmayar no es una opción válida. Renace el anhelo de que la AN pueda acoger nuestra voz en su seno y dinamizar la acción del Gobierno nacional. La ocasión es propicia para destacar que hemos extendido dos invitaciones formales al ministro de Educación Universitaria a visitar esta, su casa y la de todos, pero ha ignorado nuestra convocatoria. Apena reconocer cuánto necesitamos de esa atención de parte del Estado.
Rescato la buena voluntad de los delegados de la AN. Remarco su vocación profesional y también subrayo nuestro interés genuino de que esta cualidad se proyecte con la misma fidelidad en el Poder Ejecutivo. Comienza a reivindicarse la verdadera actitud republicana. Por fin podemos concluir que vemos una luz al final de este fragoso túnel.