Celebrar
La mujer luchadora hecha madre, esposa, hija y profesional asume diversos retos que le permiten ejercer estos distintos roles a la vez, los cuales asume con un admirable liderazgo, responsabilidad y ética que indudablemente la hace protagonista de nuestra historia dentro de la sociedad.
Bien lo expresa el papa Francisco: “Una sociedad sin madres sería una sociedad deshumana, porque ellas siempre saben testimoniar incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral”.
El protagonismo de la mujer desde el comienzo de la humanidad ha sido de gran trascendencia, no solo en su desempeño en la maternidad; sino también en la formación de la familia, que es la célula fundamental de la edificación de las sociedades. Su participación está ligada a guiar, velar y trabajar arduamente por brindar mayores posibilidades de desarrollo a las nuevas generaciones.
Es también significativo el rol de la madre, en tiempos actuales, que lo comparte con su trabajo en la fábrica, en la academia, en funciones legislativas, de jefes de Estado, en organizaciones internacionales, y en un sinfín de espacios en los cuales desarrolla su potencial de ser humano: inteligencia, vehemencia, integridad, capacidad de diálogo y de resiliencia permanente.
Por ello, celebrar en un día la tenacidad de una madre, es poco. Debemos tener en cada minuto de nuestras vidas una razón para abrazar a nuestras madres, bien en lo físico o con una oración para aquellas que desde el cielo nos bendicen. Intentemos imitar la bondad, la generosidad, el altruismo que tuvo nuestra madre hacia nosotros y reproducirlo hacia los otros seres humanos. Ese sería un buen punto de partida para el bien de la sociedad.
Mi admiración y respeto para todas aquellas mujeres que tienen la voluntad y la fortaleza para asumir con dedicación y entrega su misión en esta vida como madre. La sociedad será más justa gracias a ustedes. A todas las madres, ¡Feliz día!