Ahora
Desde épocas de Chávez, ahora con Maduro, el chavismo ha dejado recalcitrantemente muy claro que el término ciudadanía es un accesorio prescindible, para ellos un opositor o simplemente alguien que no aparezca en la nómina/militancia del PSUV sencillamente no existe, no tiene ningún tipo de derecho, sus deberes solo son considerados cuando de alguna u otra manera beneficia al statu quo político, obligándolos a replegarse a leyes o sentencias donde lo jurídico es fácilmente confundible con el recurso literario del realismo mágico.
Aunque era evidente, solo era vivencial para las víctimas, los que aún se mantenían dentro del oasis de los beneficios de la feble burbuja de petrodólares se sumaban a la conducta indolente o simplemente esperaban cobrar. Hoy, en fechas de vacas flacas, donde la inconmensurable fortuna, que por más de una década otorgó a la nación el último boom petrolero, no se corresponde ni remotamente con la tragedia país que padecemos, donde los “grandes logros, éxitos y milagros” revolucionarios solo se aprecian en estadísticas, cifras y propaganda oficial, la real realidad exhibe un país en su peor momento histórico, con todas sus tradicionales problemas agravados, con una larga lista de nuevas patologías sociales, económicas y políticas.
Ahora bien, la situación es delicada, ahora la herramienta de propaganda oficial ni siquiera responde a técnicas o estrategias comunicacionales, ante la carencia argumentativa y una inocultable realidad, ahora el “cinismo mediático” es un peligroso elemento que se suma a la también inconmensurable lista de errores del Gobierno, únicamente permisibles, aceptados y tolerados en este país, pero en la Venezuela de hoy, en la de dos décadas atrás Troya hubiese ardido.
A nadie sorprende que para el Gobierno todo lo malo sea atribuible al subterfugio etéreo, impalpable y acomodaticio de alguna derecha, oligarquía, de un sabotaje o siniestro imperio, pero en septiembre de 2016 altos voceros del Gobierno aseguran que no hay escasez, que el 90 % come tres veces al día, que el pueblo está feliz, contento, que la oposición es la que no quiere revocatorio, ni ninguna elección… ¡que Venezuela hoy vive su mejor momento histórico pues!
¡Cuidado Maduro! Ya no estás enfrentándote contra quienes te adversan, estás abusando incluso de los que aún confían en ti, que a juzgar por todos los estudios opináticos no sobrepasan el 12 %, pero la impía manipulación de su fe, de sus esperanzas, de su inocencia, para quienes ni hoy ni antes creímos en este proyecto de poder, sí nos preocupan ellos, su futuro, el de todos, el del país… ¡Cuidado!
Concluyo estas difíciles líneas dirigiéndome a quienes en pleno siglo XXI aún idolatran gobernantes, aceptan sus excusas, sobreponen al partido antes que a sus familias, amistades y hacen de la política un burdo entretenimiento, a ellos les dedico el famoso poema de Martin Niemoeller por ilustrar proverbialmente hasta dónde puede ser arrastrado un país por el consentimiento ciudadano a la mala política, por la apatía y el conformismo:
"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron por mí, ya no había nadie que pudiera protestar".