Si Maduro tuviera un poquito de honor, renunciaba al cargo de Presidente para facilitar el cambio que tanto aspira el pueblo venezolano. Nadie puede dudar que el gran derrotado de este domingo 9-D fue Nicolás Maduro, a quien el pueblo le dio el más contundente rechazo a su gestión
Si a este cronista le preguntara alguien quién es el gran perdedor de las fraudulentas elecciones de concejales efectuadas el pasado domingo 9 de diciembre, no vacilo en señalar a Nicolás Maduro.
Es que se trata de una abstención histórica que el CNE reconoce fue del 72 por ciento, pero que en realidad sobrepasó el 85 por ciento del padrón electoral, que era de casi 21 millones de electores.
Debió pasar que en las mesas de votación, como los oficialistas estaban a sus anchas, sin testigos de los fracasados partidos colaboracionistas con el régimen, que participaron en el proceso como fueron Copei y el MAS gobierneros, una organización llamada Soluciones, aprobada por el CNE entre gallos y medianoche, pero que nadie sabe de dónde sacaron las firmas que se requerían para ser habilitado, y alguna que otra franquicia electorera, comenzaron a meter votos en las máquinas para que pudiera darse ese resultado de 27 por ciento de votantes.
Pero aún siendo cierta esta cifra porcentual, ofrecida por las alegres comadres, se trata de una desvergüenza porque tres cuartas partes de los venezolanos se negaron a participar en este proceso, lo cual debiera obligar al CNE a declarar desierto el acto comicial por falta de legitimidad.
Pero esta situación tiene otra lectura más importante aún y es que nadie puede dudar que el gran derrotado de este domingo 9-D fue Nicolás Maduro, a quien el pueblo le dio el más contundente rechazo a su gestión, dejando los centros de votación más solos que mojón de perro en la montaña.
Maduro sabe perfectamente esa triste realidad, que lo debe tener andando de cabeza y está perfectamente persuadido que si en Venezuela se llevaran a cabo unas elecciones generales con un CNE confiable, sin las pícaras celestinas, con supervisión de los organismos internacionales como garantes, donde se escojan desde el Presidente de la República, pasando por gobernadores, alcaldes y concejales, la derrota que sufriría este hombre y el Gobierno fallido y forajido que preside, sería histórica porque ese 85 por ciento que no votó el domingo, lo haría contra él y todo lo que representa.
El pueblo venezolano no asistió a las elecciones municipales, en protesta por el hambre que ha desencadenado este malhadado régimen comunista que ha destruido a Venezuela, por la falta de medicinas en los hospitales, por el colapso de los servicios públicos, por la delincuencia desbordada y todo el estado de cosas que ha hecho emigrar a más de cuatro millones de compatriotas que no ven futuro alguno en su propio país. Si Maduro tuviera un poquito de honor, renunciaba al cargo de Presidente para facilitar el cambio que tanto aspira el pueblo venezolano.