viernes, diciembre 13, 2024
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 Maduro, un Presidente aislado

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La casi mayoría de los países del continente enrolados en el Grupo de Lima, EEUU, la Unión Europea y otros, desconocieron la elección de Maduro, posición que mantienen hasta hoy día, con la excepción de México a raíz del reciente triunfo del comunista López Obrador

Para el momento cuando salga publicado este trabajo, ya Nicolás Maduro se habrá juramentado ante el Tribunal Supremo ¿de Justicia? Y no ante la muy legítima Asamblea Nacional de Venezuela, electa mayoritariamente por el pueblo venezolano, tal como lo establece la Constitución de la República.

Declarada en desacato por el mismo TSJ, esta máxima instancia de la representación popular en Venezuela, solo le sirvió al régimen comunista que destruye a Venezuela hasta el momento cuando era dominada por el oficialismo y declinaba sus funciones legislativas y contraloras para cedérselas al régimen bajo la figura de Ley Habilitante.

Una vez derrotados por el pueblo, el 6 de diciembre del año 2015, con mayoría absoluta para los diputados de la oposición, desconocieron la voluntad popular, utilizando todo tipo de subterfugios como fue el de la presunta compra de votos en el estado Amazonas para que el TSJ declarara inválida la elección de los parlamentarios de esa entidad y acabar con esa mayoría absoluta.

Allí comienza esta historia de usurpación e ilegalidad contra la voluntad del pueblo y contra la Constitución de la República. El régimen de Nicolás Maduro, agotado muy temprano al comenzar su ejercicio, nunca tuvo luna de miel como era la costumbre en Venezuela cada vez que iniciaba un nuevo gobierno. Ha sido impopular desde siempre.

Para desconocer la AN en manos de la oposición, Maduro, apoyado por un complaciente TSJ, cuyo Presidente ha sido severamente cuestionado por no reunir las credenciales para tan alta magistratura, solicito al CNE la realización de una Asamblea Nacional Constituyente, para presuntamente reformar la “mejor Constitución del mundo”, o aprobar una nueva, a contrapelo de lo que establece la Constitución, especialmente lo referido a la consulta del pueblo, para aprobar la realización de la respectiva consulta. Claro, estaban seguros que los venezolanos no apoyarían esa propuesta viniendo de Nicolás Maduro.

Así las cosas, la cuestionada Constituyente, aprobada con muy escasa participación popular y con puros presuntos diputados oficialistas, convoca de manera adelantada, elecciones presidenciales para el 20 de mayo del año 2018, a la cual no asisten los principales partidos de oposición agrupados en la Mesa de la Unidad, y solo se presenta Henry Falcón, acusado de ser un colaboracionista del régimen con la finalidad de buscar darle legitimidad al irregular proceso, cuyo resultado ya estaba cantado. La casi mayoría de los países del continente enrolados en el Grupo de Lima, EEUU, la Unión Europea y otros, desconocieron la elección de Maduro, posición que mantienen hasta hoy día, con la excepción de México a raíz del reciente triunfo del comunista López Obrador, quien ha hecho causa común con su par ideológico venezolano.

La consecuencia lógica de ese desconocimiento debe ser el retiro de embajadores, dejando encargados de negocios, como lo establece el protocolo diplomático. A Maduro, poco o nada le importa esa acción de los países democráticos que le exigen retome el hilo constitucional y convoque unas nuevas elecciones, donde participen todos los sectores del país. Tampoco le importa el hambre que pasan más de 25 millones de venezolanos gracias al desastre de su gobierno. Solo le interesa conservar el poder para seguir siendo el sostén del despreciable y tiránico régimen comunista cubano.

Maduro tratará de resistir a como dé lugar la presión internacional y la del pueblo venezolano, que ya no resiste más, y nadie sabe lo que puede suceder en cualquier momento con un pueblo acosado por la hambruna.

 

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