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Pacientes y especialistas deslizan que “el país es un enfermo terminal”. El colapso económico dificulta o imposibilita, para la mayoría, acceder a medicamentos y alimentos, que aunado a la ausencia de información oficial verificada y verificable, impiden esfuerzos para lograr respuestas efectivas.
En medio de la emergencia sanitaria, que deja muertos y desplazados, ONG, doctores, periodistas y demás, recopilan información que desnuda la realidad. ICASO, organización canadiense, junto a Acción Ciudadana Contra el SIDA (ACCSI), forman parte de ese grupo y publicaron “Peligro Triple”, una evaluación sobre el resurgimiento de epidemias, un sistema fallido de salud pública y la indiferencia global sobre la crisis en Venezuela.
El documento plasma, que no hay acceso a pruebas de tuberculosis para poblaciones vulnerables como prisioneros o comunidades indígenas. La escasez de alimentos y casos de malnutrición e inanición son cada vez más comunes. Las personas que viven con VIH y SIDA describen frecuentes ausencias de antirretrovirales y temen una inminente muerte.
Uno de los afectados dice que la gente muere por causas de enfermedades prevenibles y tratables, también falta de voluntad política. El Programa Nacional de SIDA, alguna vez ejemplar, colapsó con una escasez crónica de medicamentos, falta de condones y pruebas de diagnóstico. Las personas que viven con VIH, tuberculosis y malaria mueren a un paso cada vez más acelerado. El sarampión y la difteria, regresaron con fuerza y la escasez de alimentos, malnutrición e inanición se propaga.
Angustia y frustración
La crisis de salud en Venezuela es un síntoma y una consecuencia de las fallas en el sistema de salud mundial, que debería poder desarrollar una respuesta a cualquier crisis humanitaria sin importar el país donde se evidencie, reza el texto. La devastación que se vive es perpetuada, en parte, por las reglas y regulaciones arbitrarias que rigen la elegibilidad de ayuda internacional.
La drástica reducción de productos básicos importados contribuyo a la inseguridad alimenticia y a una crisis de salud que afecta a toda la población, pero desproporcionadamente a grupos vulnerables como recién nacidos, niños menores de cinco años, mujeres, prisioneros, indígenas y personas que viven con enfermedades crónicas. El desabastecimiento severo de medicamentos, productos médicos y alimentos se reporta desde 2014, intensificándose en 2016 y 2017.
En agosto pasado, según un vocero del Colegio de Bioanalistas, solo 10 por ciento de la red pública y privada de laboratorios estaban funcionando. El Observatorio Venezolano de Salud (OVS) estimó que en 2016, 76 por ciento de los hospitales sufrieron escasez de medicinas, 81 por ciento no tenía material quirúrgico, 64 por ciento carecían de fórmulas lácteas pediátricas, clave para madres que viven con VIH, y 70 por ciento se quejaban de los cortes de agua. Un memo del gobierno, de acuerdo al informe, da instrucciones al personal hospitalario para que reusaran “agujas raquídeas, agujas peridurales, cánulas de mayo y tubos endotraqueales”.
Sin respuestas
En 2016, 78 por ciento de los casos de malaria importados que recibió Brasil parecieron arribar de Venezuela. En Colombia y Guyana se elevaron hasta el 81 por ciento. En el país, hay cerca de 120 mil personas que viven con VIH y la prevalencia nacional en adultos es más alta que el promedio regional, mientras que el número de muertes evitadas debido a los antirretrovirales cayo de tres mil 500 en 2011 a dos mil 700 en 2017.
Con seis mil 500 nuevas infecciones en 2016, la epidemia continúa expandiéndose. La Red Venezolana de Gente Positiva (RVG+) estima que en aproximadamente 10 por ciento de las personas que viven con VIH, la infección avanzo a SIDA.
La resistencia a los medicamentos ARV actualmente no es monitoreada en Venezuela y activistas informan que no se practican éstas pruebas en los últimos 18 meses, ni los exámenes de genotipo y fenotipo por la escasez. De la población que vive en situación de pobreza, 87 por del total, al menos 15 por ciento de los niños sufren de una malnutrición aguda con alto riesgo de enfermarse y morir. 67 por ciento están malnutridos y actualmente existen mil 298 niños con tratamiento para el VIH.
La inexistencia de fórmulas lácteas juegan un rol negativo y las mujeres se enfrentan al dilema de amamantar a sus pequeños o arriesgarlos a la malnutrición y hasta la inanición. La infección por neumococo y otras enfermedades, fácilmente prevenibles mediante la vacunación, también está matando a los niños.
La tuberculosis es otra de las enfermedades que hace estragos en la población y 52 por ciento de los casos nuevos, se encontraron en cinco estados, Distrito Capital, Delta Amacuro, Portuguesa, Amazonas y Cojedes, que mostraron una incidencia mayor del 30.0 por cada 100 mil habitantes. Los especialistas describieron patrones de deficiencia como falta de pruebas de PPD (Derivado Proteico Purificado) en la mayoría de los hospitales, falta de acceso a exámenes críticos, medicamentos para efectos secundarios o interrupciones, y falta de personal entrenado en algunas áreas del país.
CIFRAS
75 % aumentó el número de muertes relacionadas con el SIDA desde 2011
76 % por ciento de los hospitales sufrieron escasez de medicinas en 2016
Cifras en aumento
Los casos de malaria se elevaron en 205 por ciento, luego de que el país había declarado su eliminación. En 2017 se registraron 67 por ciento más casos de malaria que en todo el 2016 y cerrarían en más de un millón. Números similares a los de principios del siglo XX.
Grupos más afectados por la tuberculosis (Casos)
Indígenas (631)
Diabéticos (618)
Privados de libertad (588)
Pacientes con VIH (585)
Personal de salud (150)