La desesperación se apoderó de los residentes de la capital zuliana en las más de 100 horas sin luz. “Yo lloré, lloré y lloré”, exclamó una de las afectadas, mientras que otros confesaron que “tuvimos que picar leña para cocinar”
A cuatro años del apagón general que dejó sin energía eléctrica a los marabinos por más de 100 horas, la incertidumbre y las penurias vividas todavía están frescas en la memoria de las personas, quienes calificaron de su “mayor miedo” el que un acontecimiento como este pueda repetirse.
Durante un recorrido por la capital zuliana, el Diario La Verdad constató que la falta de electricidad que se vivió en la ciudad y en el territorio nacional desde el 7 de marzo de 2019 fue considerado, para algunos, como “los peores momentos” que hayan vivido.
Este es el caso de uno de los vendedores de comida en el centro, quien presenció la muerte de uno de sus vecinos, quien supuestamente sufrió de un infarto por el calor y las altas temperaturas, y la desesperación de su familia por no poder trasladarlo a un centro asistencial por no tener gasolina.
“Voy a ser sincero, mis peores recuerdos fueron por unos vecinos. La señora se murió y no la pudieron transportar, tenía una especie de infarto y no la pudieron llevar al hospital”, dijo.
Otras personas cayeron en desesperación, como la señora Gloria, quien aseguró que “me salieron roncha de los zancudos, yo no hallaba qué hacer, yo lloré, lloré y lloré. Ahí comprendí que nosotros somos desechos humanos de un mal Gobierno”.
Muchos perdieron comida debido a la falta de refrigeración, sacrificando así el poco dinero que les quedaba para solventar el alimento, sin embargo, la queja más recurrente fue el dolor de ver a los pequeños de la casa padeciendo calor en las noches y la falta de agua fría para beber.
“Yo recuerdo que saqué una cama al patio y dormí con mis sobrinos de 8 y 9 años, pasaba la noche echándoles fresco a los niños con cartones y espantando a los zancudos. Para tomar agua tenía que poner una olleta llena en la noche para que amaneciera fresca”, contó Nilva Alemán.
La vendedora de ropa en el centro recalcó que padeció sin servicio eléctrico por más de 8 días, ya que en su casa, ubicada en un barrio de la Zona Industrial, pasó más de 150 horas sin luz.
Resolver con uñas y dientes
La falta de electricidad afectó cada aspecto del marabino, ya que, en algunas zonas de la ciudad, no hay un servicio fluido de gas y deben arreglárselas con cocinas eléctricas para preparar los alimentos.
Otro marabino afectado relató que “no tenía dinero para comprar una bombona de gas, y sin poder usar la cocina eléctrica tuve que salir a picar madera en montes para hacer la comida a punta de leña, así por 5 días”.
Para la señora Graciela Méndez, su peor recuerdo fue la falta de agua, pues “nos quedamos sin agua y un hermano de nosotros tuvo que salir a buscar con lo poquito que le quedaba de gasolina. Medio llenamos un tanque y la hicimos rendir como pudimos en la casa”.
Los marabinos estuvieron lejos de descansar durante las noches a oscuras, ya que la combinación entre calor y zancudos era “para volvernos locos”, obligando a los residentes a dormir en enramadas, pisos y hamacas a la intemperie, algunos incluso tuvieron que acostarse en el techo.
Al preguntarle a los entrevistados si creen que esta situación pudiese repetirse, las opiniones estuvieron divididas, ya que mientras algunos califican que los racionamientos y los “bajones de luz” mermaron, otros tienen una visión más pesimista y creen que puede ocurrir “en cualquier momento”.
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