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Es el momento de mirar hacia adelante. El país ha sido dominado por una crisis política con grave repercusión en los diferentes ámbitos del quehacer nacional. Todos los problemas que nos hunden en el abismo de la miseria, entre otros, las crisis humanitarias de alimentación y salud. La disfuncionalidad de la economía con una inflación desmesurada de los precios de los artículos y bienes de primera necesidad y una caída estrepitosa del PIB. La inseguridad que no da cuartel a la población con dolorosas consecuencias personales y patrimoniales, y la consideración misma de país paria en el concierto mundial de naciones, son la expresión de la ingobernabilidad que cabalga sobre los lomos de ese brioso corcel que es la política.
Pero esa crisis no puede dar cabida a la desesperanzadora ni tampoco a la parálisis paradigmática por más que la incertidumbre sea más espesa que el negro bitumen que nos hace ser un territorio privilegiado por sus vastas reservas. No, los venezolanos hemos mostrado en el pasado reciente que la democracia y la libertad son valores enraizados; que las adversidades son solo un acicate para saltar sobre los obstáculos y continuar nuestro camino; que las derrotas no nos amilanan porque el objetivo es mayor y la lucha promete ver la ansiada luz al final del túnel.
Hemos dado muestras de nuestra conciencia política no solo dando la cara en pacíficas manifestaciones de calle sino estableciendo lazos de unión que se fortalecen ante los embates del tiempo. La unidad no es una entelequia sino una hermosa realidad que se manifiesta de diferentes maneras pero con un solo objetivo, lograr esa Venezuela de progreso y bienestar que todos ansiamos. Una unidad que necesita trascender las discrepancias político-ideológicas y centrarse en lo que nos une. No quedarnos en la mera contemplación sino trabajar para que las cosas pasen y funcionen. Con ese objetivo en la mira tenemos que definir un proyecto de país en el que quepamos todos y cada uno tenga su cuota de responsabilidad. En el que las divisiones sean solo marcas en la arena que borra el viento del entendimiento.
Pensar y establecer un pacto social entre iguales que debaten y reflexionan en un espacio común porque piensan en un Estado fortalecido, desconcentrado y descentralizado. En un país con un gobierno de unidad nacional donde esté representado el espectro político. Un gobierno respetuoso del ordenamiento jurídico. Una sociedad verdaderamente democrática, libre, solidaria y en paz.