Más allá de lo urgente

Hasta ahora pocos han logrado rescatar ese sentido de futuro más allá de momentos electorales específicos, marcados por el pragmatismo y la táctica

Este Gobierno está en su fase final, quiéralo o no sus días están contados. Aunque parezca distante, su fecha de expiración son las elecciones presidenciales. Antes puede ocurrir el RR, o algún otro evento que acorte la vida de este mal administrador que le ha tocado al país. Además de este hecho concreto, lo otro igualmente cierto es que el modelo que se inventó en torno a un llamado “Socialismo del siglo XXI” o a la “revolución” ha fracasado, y con ello ha dejado un vacío. La crisis actual, aguda como se vive en la cotidianidad, no es otra cosa que el fin de una etapa, y por ello es también sin duda el nacimiento de otra.

El reto de los próximos meses en Venezuela es llenar ese vacío, tarea nada fácil cuando la urgencia de la sobrevivencia apremia. La paradoja es que la única manera de superar ese estado de emergencia es a través de algo tan poco práctico como una idea, una visión, básicamente una esperanza. Hasta ahora pocos han logrado rescatar ese sentido de futuro más allá de momentos electorales específicos, marcados por el pragmatismo y la táctica. Hasta que eso no cambie continuará la larga convalecencia de un modelo que solo podía terminar de manera trágica, y que en su desespero por sobrevivir está cometiendo toda clase de desmanes.

Mientras esto ocurre qué pueden hacer los ciudadanos, las empresas y organizaciones en general. Lo primero es lo que ya muchos están haciendo, aguantar. Pero esto no es suficiente, también se puede actuar. No, no se trata simplemente de la tan añorada “calle” a la que muchos apelan como último mecanismo mágico para salir de un Gobierno que controla las armas. Esta sin duda es una opción,  pero sin propósitos claros y falsas expectativas no es otra cosa que un desperdicio de esperanza, el 1-S así lo demuestra.

Hoy el país necesita personas que actúen por un cambio. En la medida que cada uno empiece a contribuir desde su ámbito de acción en construir un contexto de modernidad el Gobierno, y su modelo fracasado, saltarán más a la vista como anacrónicos y fuera de contexto. Se ha dicho y se seguirá repitiendo, la lucha hoy en Venezuela es moral, su terreno es el de las ideas, y triunfará quien logre devolver al pueblo venezolano la capacidad de creer en sí mismo, y por ello en su posibilidad de tener un futuro distinto al del temor y las limosnas.

El pragmatismo electoral ha secuestrado la política, los liderazgos necesarios han sido sustituidos por gestores de pasillos, que no dan un paso sin un cálculo político o económico concreto. No hay que engañarse, este Gobierno va de salida, pero seguirá gritando y dando manotazos hasta que una nueva idea le devuelva al pueblo la confianza de creer que otra realidad es posible.

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