Masacran a una familia dentro de un “ranchito”

La Policu00eda revisa el cadu00e1ver antes de enviarlo a la morgue forense. (Fotos: Josu00e9 Nava)

Los homicidas acabaron a balazos al “Tao”, a su mujer embarazada y al mayor de sus dos hijos. El único sobreviviente fue un niño de un año. La Policía científica investiga el caso. Iniciaron los interrogatorios

La trilla de arena que conduce a la vivienda estaba cerrada por curiosos y patrullas. Todos se aglomeraban en el rancho de los Sulbarán. A la familia la masacraron ayer en la madrugada en el barrio El Hatillo al oeste de Maracaibo. El único sobreviviente fue un niño de un año, a quien encontraron, salpicado de sangre, entre los cadáveres de su padre y su hermanito.

A Alberto José Sulbarán Méndez (26), apodado el “Tao”; su esposa, Sairi Ortega (21), quien tenía cuatro meses de gestación; y su hijo, Cristian Sulbarán (3) los mataron a balazos. De la casa de latas de una pieza no se llevaron nada. Adentro quedaron la mesa, la cama y el televisor que amueblaban el hogar.

Yasmira Méndez, madre de “Tao”, contó que a eso de las 3.00 de la madrugada escuchó unos golpes en la casa del tercero de sus cuatros hijos. “Pensé que eran batazos que le daban a las latas”.

Tímidamente, la mujer se asomó por la ventana que colinda con la humilde vivienda y notó luces que provenían de celulares. “Alumbraban el suelo, esto por aquí es muy oscuro. Aquí no hay alumbrado público”. Su esposo le gritó que se agachara que eran disparos. Los nervios la alteraron e intentó salir, pero su pareja se lo impidió hasta que no escucharon ruidos.

La madre del “Tao” abrió la puerta de lata y tropezó con el cuerpo de su nuera ensangrentado. En la cama, a menos de un metro, yacían los cadáveres de su hijo y su nieto. Todos tenían heridas de arma de fuego. El menor de los niños lloriqueaba entre los muertos. El pequeño solía dormir en el pecho de su padre, a él lo mataron, pero su sangre bañó a su descendiente. 

La familia recordó que Yasmira perdió la cordura y gritó para pedir ayuda. Los vecinos llamaron a la Policía y se llevaron al sobreviviente a la casa de su bisabuela.

Al amanecer llegaron los primeros 15 oficiales para resguardar la escena del crimen, seguidamente unos 10 funcionarios de la Policía científica. El móvil se investiga. Los interrogatorios apenas comienzan.

Sin despedirse

Érika González, hermana de “Tao”, indicó que la noche del pasado miércoles él estaba en casa de su mamá a quien le configuró el despertador de su celular, a las 4.00 de la mañana debía ir a un banco.

Mientras recordaba a su pariente, Érika contenía las lágrimas. Pensaba una razón para aquella matanza, pero no la encontraba.  Su hermano “era un chamo tranquilo, salía solo en busca de ‘marañitas’ barría el patio de una casa, el frente, ayudaba como albañil. Le metía a todo en busca de dinero para la comida de sus hijos”. No acostumbraba a quedarse hasta tarde en la barriada ni en el frente de su casa.

Los vecinos consolaban a Yasmira que recordó que “Tao” salía temprano de su casa y regresaba antes del anochecer. En la mañana salía a casa de su abuela donde comían, ya que “ellos ni una bombona de gas tenían”. Mientras que salía a la calle en busca de un trabajo que le sustentara el almuerzo y la cena. 

De Sairi se conoció que es de origen colombiano y que en Venezuela solo está su padre que trabaja en la Guajira.

Visited 1 times, 1 visit(s) today