Muchos
En la actualidad son pocos los que temen a Dios, viven éticamente y aman la patria. En muchos, lo virtuoso es aparente; solo falta aguardar a que se les “caiga la careta”. Pareciera ser una cosa de tiempo, para saberlo o identificarlo. Pocas personas tienen la capacidad para desenmascarar a alguien; pero, quienes más los identifican son los satíricos. El satírico no se disfraza, tiene la valentía de arrojar su dardo en busca de lo ético sin tomar en cuenta las consecuencias.
Elías Canetti, escribió en su obra El juego de ojos: “Que sean distintos es lo que el autor satírico espera de los seres humanos”. Muchos hombres se disfrazan sin usar máscara, y en ello son hartos peligrosos los que buscan o están en el poder. Y lo más difícil es identificarlos, descubrirlos o dejarlos en evidencia. Para desenmascararlos, es necesaria la existencia del satírico, para frenarlos vale la prominencia del hombre justo y para castigarlos la justicia imparcial de jueces probos. Pues, no solo es perverso quien causa daño; sino el que tolera la maldad contra otros.
Los etnólogos, buscan aún el porqué el hombre se disfraza. Algunos coinciden en decir que esta sana manía nace en el momento en que el hombre descubre la autoconsciencia de sí mismo. No sabemos si los perversos encuentran esta autoconsciencia. El perverso se disfraza, esconde o mimetiza de múltiples formas para protegerse. Generalmente usa la política, la religión, la ciencia, las artes, la fuerza militar, la guerrilla, el terrorismo, entre otras cosas, para entrar en sigilosa acción, hasta lograr sus malintencionados objetivos.
El psicólogo, Xavier Oñate Pujol, asevera que: “El gran drama de la víctima es que, cuando se da cuenta que está sometida por un narcisista perverso y empieza a revelarse, el narcisista da un vuelco a la situación haciéndose pasar por víctima y atribuye a la víctima real el papel de agresor. (…). Y es que la violencia de un perverso es subterránea”. En Venezuela, por extensión, habría que preguntarse si en las alturas del Gobierno no existe algún narcisista perverso. Sin más, dejemos este camino abierto a psicólogos y autores satíricos.