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Acomodado sobre la ventanilla del lado del conductor agonizó y murió Moisés David Portillo Vera (23), chofer de la línea San Francisco. Martín Rodríguez de la Rosa le disparó en la sien cuando el conductor se resistió al robo del Caprice, marrón, placa AB499RE, que alquilaba para trabajar. Un policía intervino en el asalto y liquidó al delincuente, en la avenida Haticos por Abajo.
El transportista embarcó al maleante en Las Playitas. Recorrieron unos metros y sacó el revólver, apuntó a Portillo y a una pasajera. Cerca de la sede de la Secretaría de Educación, el vehículo comenzó a zigzagear y hubo una detonación. Uno de los oficiales que custodia la institución corrió a la avenida y se encontró con el vehículo sobre la acera.
Según los testigos, el atracador disparó contra el funcionario para huir, este lo persiguió y lo hirió. En cuestión de minutos llegaron refuerzos, trasladaron al herido al Hospital General del Sur y certificaron el deceso del conductor.
Rodríguez llegó muerto al centro de salud. A unos kilómetros quedó sobre la carretera el revólver y la gorra verde con la cubría su rostro.
Los Portillo y los compañeros de trabajo del muchacho atravesaron el cordón policial. Corrieron hasta el Caprice, se abrazaron, gritaron, se consolaron entre ellos y vociferaron recriminaciones contra la víctima, quien solía decirles que no se dejaría atracar. “El carro me lo quitan muerto”.
Para las mujeres no hubo consuelo. Lo describieron como un buen muchacho, era el cuarto de seis hermanos, su esposa está embarazada de su tercer hijo. Residía en el sector El Bajo, municipio San Francisco, y trabajaba en la ruta desde hace cinco años como avance. “Juraba que no le quitarían el carro. De ahí mantenía a su familia”.
El cadáver permaneció unas cinco horas dentro del vehículo. Unos 14 oficiales acordonaron la avenida, resguardaban el arma de fuego, a un metro del vehículo, y los proyectiles percutidos en la carretera. Quienes vieron el cadáver solo comentaban que el muchacho apretó con su mano los pocos billetes que había hecho en la jornada de trabajo.
Pillaos
Los compañeros de Portillo comentaron que todos los días los acosan los delincuentes. Hay una banda que persigue los carros viejos. Suelen embarcarse como pasajeros en Las Playitas o en el terminal. Los extorsionan hasta con un millón de bolívares cuando les quitan los carros. Quien no les paga nunca vuelve a ver su vehículo.