El cadáver lo encontraron el pasado lunes al mediodía. Su mujer y su hijo celebraban en otra casa el Día de las Madres. Al regresar encontraron la puerta abierta y rastros de sangre. En la pieza yacía Donis Hernández
Donis Hernández Portillo, detective privado y experto en instalación de seguridad, levantó muros de dos metros de altura, instaló cerco eléctrico y buscó a seis perros sin raza para resguardar su residencia, una pieza con techo de zinc, en la calle 80 del barrio Nelson Mora, al oeste de Maracaibo. No bastó, lo mataron a golpes en su habitación.
El cadáver lo encontraron el pasado lunes al mediodía. Su mujer y su hijo celebraban en otra casa el Día de las Madres. Al regresar encontraron la puerta abierta y rastros de sangre. En la pieza yacía Hernández, a pocos metros de su cuerpo, los tubos y los objetos que usaron sus asesinos para derribarlo y asesinarlo.
No hubo curiosos ni quien comentara sobre el crimen. Todos se asomaban desde las hendijas de las puertas y las ventanas, pero no declaraban a la prensa. "Los ladrones nos miran. Aún rondan el barrio", comentó disimuladamente un vecino, a unas siete cuadras de donde ocurrió el asesinato.
En la residencia, a simple vista, no había lujos. Techo de zinc, paredes sin frizar, una mesa construida con pedazos de palos, unas matas de plátano al final, monte, piedras, perros con garrapatas y sarna. La cerca perimetral no concordaba con la casa. Un armazón negro y detalles de hierro forjado. Al portón principal le faltaba un tubo, se presume que por allí ingresaron los delincuentes.
La Policía investiga el crimen como resistencia al robo. Faltaba una máquina de soldar y una computadora. Quienes hablaron en el barrio creen que hay algo más, lo seguían, lo buscaban y al no encontrarlo contrararon a las bandas de la barriada. Los oficiales deben investigar.