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A sus 60 años, lo único que le queda a Miguel Ángel Díaz Escalante es su fe y su cuidadora: Inocencia, su perra. Los que pasan por la avenida 9 del sector Tierra Negra, al norte de Maracaibo, miran con tristeza o indiferencia el escenario donde “descansa” el sexagenario. La acera le sirve de cama. Una colchoneta sucia que comparte con la mascota lo resguarda del fuego del pavimento, mientras las ramas de una mata de mango que sobresalen de una quinta, le da un poco de sombra. Ahí pasa el día, leyendo periódicos viejos o la Biblia.
Miguel es parte de las estadísticas fatales que dejó el 2016. Hambre, indigencia y abandono son solo algunos de los ingredientes amargos en la vida del exsoldado que ahora trabaja cuidando un pulilavado. Antes gamuseaba y lavaba, pero por la economía del país, se quedó sin trabajo. Dice que hace cuatro años vivía mejor, pero fue “cayendo en desgracia”. Arriesgar la vida para cuidar el negocio de la avenida 70 de Tierra Negra, le genera una paga de mil bolívares diarios, que “no le alcanza a uno para nada”. Come dos veces al día, y en algunas ocasiones puede comprar comida (cuando cobra). Otras veces le toca hurgar en la basura.
Ante la cercanía de gente extraña, Inocencia lanza un ladrido, con la intención de morder la mano de quien intentaba acercarse un poco más a su amo para retratarlo. “¡Quédate quieta chica, que la muchacha no me va a hacer nada!”, la regaña. Miguel le pasa la mano por el lomo negro azabache y dice: “Ella y Dios son los únicos que me cuidan”. Hace un tiempo me regalaron esta Biblia (aunque en realidad es una copia del antiguo testamento). Por ella sigo vivo, porque la calle es muy peligrosa”.
“Ahora es peor”
Desde los 15 años, cuando murieron sus padres, Miguel no ha logrado estabilidad. Asegura que “de un tiempo para acá la cosa se ha puesto peor”. Tiene cuatro años en la calle, durmiendo y comiendo en ella, aunque su familia vive en el sector Cerros de Marín, pero “allá también está dura la situación, por eso yo prefiero estar en la calle”. Anhela tener su propia casa, aunque sabe que “es imposible”. Argumenta que “el Gobierno no ayuda a nadie y menos a uno”. Las palabras cargadas de desesperanza parecen darle la conciencia de la situación al hombre que nunca tuvo hijos, se sonroja y oculta las ganas de llorar: “Ya me acostumbre a la calle”.
Estar en las calles te hace testigo del día a día, que según Miguel “casi nunca es bueno”. Señala que la ignorancia de la sociedad ha traído la desgracia a Venezuela. “Estamos así por la misma ignorancia de la gente. Creyeron en Chávez y Venezuela se jodió”. Dice que la inseguridad es lo que más le preocupa, a pesar de la compañía de Inocencia. “Ya una vez estuve preso porque un policía me sembró droga y aquí más de una vez he visto cómo los mismos policías atracan a la gente”.
Pobreza
En 2015 y 2016 la situación económica y de ingreso para los venezolanos fue calificada por especialistas como “crítica”. El crecimiento de la pobreza en Venezuela al parecer batirá nuevamente récord. Más del 80 % de los venezolanos están en situación de pobreza de ingreso.