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Con epicentro en Río de Janeiro y Brasilia, pero extendida a decenas de ciudades del país, los manifestantes convocados por muchas de las organizaciones que apoyaron la destitución de la expresidenta izquierdista, Dilma Rousseff, salieron desde temprano a las calles ataviados mayormente con la camiseta amarilla de la selección de fútbol.
“Operación Lava Jato, defendida por el pueblo”, decía un cartel portado por un manifestante en Río de Janeiro, que resumía el reclamo central: Proteger la investigación que reveló un esquema de desvíos multimillonarios de la petrolera estatal hacia la política.
En Brasilia, unas cinco mil personas se reunieron frente al Congreso, según informó la Secretaría de Seguridad, y colocaron paneles flotantes con ratas dibujadas sobre las grandes piletas que anteceden a la entrada principal del edificio. Una pancarta con la leyenda “Fuera Renan” decoraba un camión desde donde los organizadores arengaban a los manifestantes.
Renan Calheiros, el poderoso presidente del Senado, fue el blanco principal de los ataques. Aliado clave de Temer y miembro de su partido, enfrenta una docena de investigaciones, varias de ellas ligadas a la red de sobornos de Petrobras.
“Es hora de que pague. Queremos limpiar esta banda de ladrones, queremos limpiar a Brasil, queremos un Brasil nuevo”, dijo en la capital, Emilia Duarte, una asesora de empresas, de 56 años, quien sostenía un muñeco inflado con la imagen del juez Sergio Moro ataviado de superhéroe. Moro, un joven magistrado de Curitiba, se convirtió en un emblema de la batalla contra la corrupción luego de que sus fallos enviaran a prisión a empresarios y figuras políticas.
El jefe de la Cámara de diputados, Rodrigo Maia, otro aliado de Temer y el primero en la línea de sucesión presidencial, también fue cuestionado.
Medios locales registraron actos en ciudades como Belo Horizonte, Recife, Salvador, Manaus, Belem y São Paulo, usualmente el centro de las manifestaciones en Brasil, que tendrá su movilización principal por la tarde.