Sentada en uno de los muros rojos que rodea la morgue, la madre del pequeño, cuyo nombre no reveló, no paraba de llorar y lamentarse cada vez que recordaba su cuerpo sumergido en el fondo de la piscina. La mujer estrujaba sus manos con fuerza, las llevaba a su pecho y gritaba: “¡Mi pobre hijo! Dios ayúdame”
Lo que comenzó como un día de disfrute y recreación familiar se convirtió en desgracia cuando Justin Jesús Negrete Llamarte, de siete años, resbaló, ayer a las 11.00 de la mañana, de un tobogán del parque de niños del centro de rehabilitación del municipio San Francisco.
Sentada en uno de los muros rojos que rodea la morgue, la madre del pequeño, cuyo nombre no reveló, no paraba de llorar y lamentarse cada vez que recordaba su cuerpo sumergido en el fondo de la piscina. La mujer estrujaba sus manos con fuerza, las llevaba a su pecho y gritaba: “¡Mi pobre hijo! Dios ayúdame”.
Una vez que recobró la calma, un allegado a la familia que permanecía a su lado relató como había ocurrido el accidente. El niño asistía de forma regular al centro de rehabilitación, padecía hidrocefalia, su cabeza era más grande de lo común debido al líquido que tenía en su interior, necesitaba asistencia médica, las terapistas lo atendían dos veces a la semana.
El día del deceso, el infortunado asistió a una terapia, salió de las instalaciones, subió al tobogán, perdió el equilibrio, golpeó su cabeza contra uno de los bordes de la piscina y luego cayó al agua. Al cabo de unos minutos, su madre salió a buscarlo, la escena no podía ser peor, pidió ayuda y la recibió.
En un vehículo particular trasladaron a la víctima al Hospital Universitario de Maracaibo, respiraba con dificultad, tenía fiebre y dolor. Los médicos de guardia lo remitieron al Hospital General del Sur donde murió debido a una hemorragia interna.