Museo de la memoria

Necesitamos crear conciencia y mostrar igual al mundo lo perjudicial de los regímenes autocráticos y dictatoriales de Marcos Pérez Jiménez, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, igualmente arrodillados y siguiendo el guion cubano

El primer camino se toma en solitario. El que podamos convertirnos o no en buenos ciudadanos del mundo depende del grado de autocontrol que logremos alcanzar. Daisaku Ikeda

Es evidente que la realidad del país empeora cada vez más. El régimen olfatea y siente la proximidad inevitable de su fin. Son muy conocidos los guiones de sus obras teatrales bufas. Aburren pero intimidan, amenazan y siempre se ponen en práctica. Sus coletazos son peligrosos porque emponzoñan y hieren. Persiguen, encarcelan, torturan, matan, aceleran la huida; mancillan, ofenden y humillan con descaro; son irresponsables y cínicos. La inteligencia y la prudencia aconsejan no estar a su alcance cuando ponen en ejecución sus burdas maniobras porque las cumplen según sus objetivos.

En mi reciente visita a Chile, tuve la oportunidad de visitar en Santiago, el Museo de la memoria y de los derechos humanos, donde se guardan y exponen los testimonios audiovisuales, escritos y fotográficos de la historia contemporánea del derrocamiento del gobierno socialista de Salvador Allende, quien se había entregado en los brazos del castrocomunismo, comenzando su estela de destrucción económica y discriminación política. 

El advenimiento e instauración de la dictadura de Augusto Pinochet y su secuela de violación de los derechos humanos todos; y en secuencia cronológica, la vuelta a la democracia y la reconciliación que hoy enrumba al país por el camino del desarrollo civilizado de su pueblo. Son testimonios para que propios y extraños, sobre todo las nuevas generaciones, tomen conciencia de que el hombre está condenado a ser libre y que no hay fuerza capaz de contenerlo cuando se decide a serlo.

En Venezuela debemos pensar en construir y organizar algo similar, aun cuando no sea una prioridad inmediata. Necesitamos crear conciencia y mostrar igual al mundo lo perjudicial de los regímenes autocráticos y dictatoriales de Marcos Pérez Jiménez, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, igualmente arrodillados y siguiendo el guion cubano, tratando de encubrir el fracaso y la crueldad de un régimen mal llamado Socialismo del siglo XXI. Debe permanecer allí en ese museo de la memoria y la vergüenza nacional, las bondades de la democracia, la cual, con todas sus imperfecciones, sigue siendo la mejor forma de gobierno y la mejor forma de organización social. 

Ese museo propuesto para Venezuela, debería contemplar el período que se inicia en el año 1948 hasta el presente año 2018, es decir 70 años en donde se reivindique el esfuerzo y valentía de los actores de la 2.° Independencia que está en gestación. No se trata de olvidar las gestas de la patria mítica de la que nos habla Ana Teresa Torres, que intenta expresarse en la eterna frustración por un pasado glorioso, sino intentar explicar y comprender que nuestra historia no acaba en la magna gesta bolivariana, sino que está en proceso de alumbramiento, de parto feliz y nacimiento de una nueva patria donde el respeto a los derechos del hombre y del ciudadano sean su verdadero propósito y su fin último. Es importante recordar que este año se cumplen los 70 años de la declaración universal de los derechos humanos

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