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La mujer venezolana es ejemplo para el mundo de honestidad y honorabilidad en lo que significa su trayectoria en el campo familiar, religioso, cultural, social, educativo, económico y muy especialmente como actor importante en el ámbito político. La mujer, ha jugado desde 1958 un rol protagónico de primera línea, en la consolidación de la democracia y de sus instituciones. Con la llegada del Comandante eternamente enterrado las cosas han cambiado; hay preferencia por mantenerse en el poder, sobrepasando las instituciones y las reglas de juego, a cambio de prebendas y beneficios crematísticos, que devienen de actos impropios. El CNE es una prueba de ello; cuatro rectoras integran una mayoría sólida para su funcionamiento; sabemos que pertenecen al PSUV y están al servicio de sus intereses y actúan como tal. Estas damazuelas del CNE son inescrupulosas, solo les interesa el poder y los reales; no bolívares fuertes, sino dólares americanos y para ello obedecen obcecadamente a sus jefes políticos y financistas.
Las tracaleras del CNE no atienden ningún reclamo de la oposición democrática, se hacen de la vista gorda, pero hoy, están en franca desventaja; si terminan de violentar la Constitución nacional, leyes y estatutos electorales, para seguir perturbando la buena marcha del revocatorio van a recibir como reacción inmediata el rechazo popular y será la calle la que va a marcar las nuevas directrices. Las tracaleras dicen: nosotros no aceptamos presión de ningún tipo y poco nos importa lo que hagan; la única presión que ellas aceptan, es aquella que se viste de color verde sobre todo los que tienen un 100 en sus bordes y puedan depositar en los paraísos fiscales que les indican los personajes de marras, antes citados. La crisis estructural que tiene Venezuela ha hecho despertar a su pueblo, y es el cambio por una mejor calidad de vida lo que constituye la «filosofía de su acción».
Los comunistas no tienen medida en sus apetencias políticas, son condescendientes con sus actores principales y como estos carecen de todo sentido cónsono con la moralidad pública, se prestan fácilmente para gestionar todas estas trastadas y trapisondas que le están haciendo a la democracia venezolana. Seguiremos dando la pelea por esos principios; ahora más que nunca nuestra presencia en la calle debe ser incontenible; el 1 de septiembre vamos a estremecer al régimen con lo que se denomina «la toma de Caracas y de Venezuela».