martes, diciembre 17, 2024
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Narcotráfico y Corrupción

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En Venezuela reina la impunidad y la complicidad automática. Cada involucrado tiene padrinos a todos los niveles y un gobierno que usa su solidaridad y el manido discurso antiyanqui que a nada nos lleva y a nadie convence

El narcotráfico y la corrupción son males del pasado y del presente venezolano. Que ambos delitos se encuentren en la administración pública es alarmante. Que un funcionario se corrompa con poco o mucho dinero es inaceptable. Que ese funcionario, como candidato o en ejercicio de su cargo, utilice el narcotráfico como fuente de financiamiento es una traición a la patria, a quienes lo puedan haber seguido y a su propia dignidad. Sinceramente no debe haber perdón para estos delitos.

No intentaré hacer una descripción de los procesos de corrupción y narcotráfico en los que han sido involucrados funcionarios del Gobierno, cuya corrupción se contabiliza en más de 350 mil millones de dólares. Pero cualquiera de estos hechos, en un país democrático, con separación de poderes e instituciones, con medios de comunicación libres; debería generar escándalo y acarrear la destitución, persecución, juicio y cárcel. En Venezuela reina la impunidad y la complicidad automática. Cada involucrado tiene padrinos a todos los niveles y un gobierno que usa su solidaridad y el manido discurso antiyanqui que a nada nos lleva y a nadie convence.

Sólo en el gobierno de Maduro se han contabilizado más de cien altos funcionarios, incluidos militares, sancionados por los Estados Unidos por narcotráfico, corrupción, blanqueo de capitales y otros delitos conexos. El último de esos funcionarios es el vicepresidente de la república. El asunto Odebrecht se ha convertido en un escándalo mundial. Está demostrado que sólo en Venezuela pagaron más de cien millones de dólares en sobornos. Pero esa corrupción inicial se fue convirtiendo en sobreprecios y complicidad en la construcción de obras que casi en su totalidad quedaron en piedras fundacionales. 

Mientras estos procesos gigantes de narcotráfico y corrupcion se producen, nuestros altos funcionarios ejercen un modelaje destructivo que incentiva a otros a cometer, a su escala, hechos parecidos. Tenemos entonces que en esta Venezuela revolucionaria hacer cualquier trámite supone un pago indebido imprescindible. El caso de cédulas y pasaportes es un escándalo dolarizado. Pero asimismo, en cualquier alcabala reina la matraca. 

Luchamos para que este país se dé un nuevo gobierno. Pero a quienes corresponda dirigirlo, tenemos la obligación de dar una especie de lucha refundacional que rescate el respeto a los valores más esenciales de la democracia, uno de ellos la honradez en el manejo del erario público y la sanción ejemplarizante en caso contrario.

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