Quienes intentamos analizar, denunciar y explicar los hechos, enfrentamos inverosímiles argumentos que se esgrimen, justificando las distintas posiciones. Por lo que ha costado mucho que la comunidad internacional abra los ojos
Indudablemente vivimos una tragedia, la objetiva realidad no soporta interpretaciones. La muerte, la opresión, el hambre, la corrupción y la despavorida huida de millones de venezolanos, gritan al mundo lo que aquí está pasando. Quienes intentamos analizar, denunciar y explicar los hechos, enfrentamos inverosímiles argumentos que se esgrimen, justificando las distintas posiciones. Por lo que ha costado mucho que la comunidad internacional abra los ojos.
Todavía lo vivimos cuando EEUU, Europa o Canadá exponen argumentos para sancionar los responsables del genocidio venezolano. Brincan voces de la izquierda trasnochada, como el Melanchón de Francia o el sinvergüenza de Podemos, benefactor de los emolumentos chavistas, acusándolos de imperialistas.
Cuando se pronuncia el Grupo de Lima, constituido con el objetivo de buscar una salida a la crisis en Venezuela, exigiendo la liberación de los presos políticos, elecciones libres, ofreciendo ayuda humanitaria y criticando la ruptura del orden institucional, son tratados de sumisos a las órdenes del Imperio.
Son las mismas voces que callan, ante la presencia del G2 cubano en instancias militares, las del control de identidad y de las comunicaciones, en Venezuela. O las que guardan silencio frente a la presencia del Hezbollah y los numerosos casos de terroristas detenidos, con verdaderos falsos pasaportes venezolanos, suministrados por nuestro Vicepresidente. A ellas se unen, los que se abstienen o se oponen, en los organismos internacionales, a ejercer presiones sobre el chavismo, para que permita una salida democrática a la crisis nacional.
En medio de la tormenta, Maduro se presenta al público planteando la eterna disyuntiva, entre negación y manipulación. Anunciando su intención de solucionar la crisis, produciendo un millón de barriles de petróleo más y elogiando la nueva PDVSA. Estos procesos de negación y de manipulación, también se dan en sectores de la oposición. En alguna parte de su ser saben que la realidad es adversa, también perciben que reconocer esa realidad les hará daño, por eso algunos prefieren no ver.
Frente a la manipulación, la agresión y la represión del régimen, el ciudadano incluyendo al de la oposición, se defiende como puede.
Unos reaccionan de manera servil o adoptan una actitud de enfrentamiento temerario. Otros desplazan el problema, juran que se vengaran o descargan su rabia con un chavista incapaz de enfrentarlos. Los tiempos no están para soportar insultos, ni para retorica estéril; estos no detienen la ira de un pueblo, ni la indignación creciente de la comunidad internacional.