Zapatero
El anuncio petulante de Maduro, manifestando haber recibido de Ernesto Samper una carta enviada por el papa Francisco, evidenció con certeza, los pasos aventajados del Gobierno en relación a la disidencia venezolana (mal llamada oposición). El hecho de por sí es premonitorio de lo que viene, al observar el comportamiento protagónico de Rodríguez Zapatero, Ernesto Samper y Maduro por un lado y por el otro las caras ocultas (hasta ahora) de personeros que se autodenominan dirigentes de la oposición, en un mosaico iluso de representatividad que no coinciden en el origen de sus intenciones negociadoras.
Zapatero no califica como mediador, es un personaje comprometido con la ideología de la extrema izquierda y muy mal parado en su gestión gubernamental en España; escurridizo y con mañas adquiridas en la política confusa española que se desenvuelve en la cursilería de la monarquía (restituida e impuesta por Franco) y de un sistema político electoral del cual perdieron el rumbo, atascado en la indefinición de la elección del Presidente del Gobierno. Él es un actor de primera línea en España y solo ve el disparate, sin enfrentarlo.
Ernesto Samper, estigmatizado de por vida en Colombia por el Proceso 8000, el cual jurisdiccionalmente quedó en suspenso y salvado penal y políticamente por una componenda legislativa, en un país en el cual el narcotráfico, guerrilla y bandas criminales aun dirimen posiciones de mando frente a un gobierno que deberá someter a un plebiscito la posibilidad de iniciar un verdadero proceso de paz, no logró deslastrarse de las imputaciones que lo vincularon a él y a su campaña electoral con el narcotráfico que lo llevó a la Presidencia.
Con solo esos dos personajes, interviniendo en nuestra desgracia, la trampa y el ventajismo oficial, tienen la mesa servida para hacer de las suyas e imponer sus criterios, dando poco y recibiendo mucho. La clandestinidad de los seudo opositores negociantes, ambigua e interesada, es vergonzosa.
El tema fundamental en Venezuela y no es negociable, sino impositivo, es la restitución de la constitucionalidad del estado de derecho; sin esa premisa, todo lo que se negocie a escondidas o abiertamente es estéril. Ese punto previo a cualquier negociación, es vital. Se requiere el respeto a la dignidad humana, la independencia de poderes y todo comienza con un sistema de justicia nuevo. Un Poder Judicial totalmente nuevo y el respeto a la Constitución nacional. Sin esos puntos previos, no habrá negociación de ningún tipo.