“El Gobierno de Panamá acusó a 55 altos funcionarios venezolanos de blanqueo de Capitales”. Pero lo más fulminante de este listado alucinante es que al parecer no obvian a los grandes culpables de la ruindad nacional
Cuando leí el titular de la noticia -mostrada al mundo con el escándalo y el estruendo de lo inconcebible-, tuve la detestable sensación de saber el hecho de antemano: “El Gobierno de Panamá acusó a 55 altos funcionarios venezolanos de blanqueo de Capitales”. Ojalá hubiese sido un mal comercial de algún detergente engañoso, con sus propiedades mágicas de blanquearlo todo. Pero era otra realidad tan simple como embarazosa para cualquier nación.
No conformes con ser señalados de propiciar el narcotráfico; abusar del erario público; repeler las protestas con la saña de una violencia sin moderación; desinflar a un país con las propiedades suculentas de tenerlo todo; multiplicar el hambre y la pobreza en porcentajes inhumanos; acabar con la libertad de los poderes públicos e invadir con ideologías inadecuadas a una Venezuela que se distinguía por ser una de las naciones más felices del mundo.
Pero lo más fulminante de este listado alucinante es que al parecer no obvian a los grandes culpables de la ruindad nacional. Lo encabeza el propio Nicolás Maduro, pasando por la presidenta del poder electoral, Tibisay Lucena; el presidente del TSJ, Maikel Moreno; sin dejar de lado a Diosdado Cabello, Tareck William Saab, Freddy Bernal, Hermánn Escarrá, Elías Jaua, Sandra Oblitas, Calixto Ortega, Néstor Reverol, Ernesto Villegas, Iris Varela y tantos otros, con los escrúpulos extraviados.
El Gobierno de Panamá no sólo pone al descubierto a las almas desportilladas de los protagonistas del Gobierno venezolano, sino hace una advertencia sin reservas de extremar la vigilancia ante cualquier hecho, transacción u operación que se haya realizado o se quiera realizar y se sospeche que está relacionada o cuyos beneficiarios sean los dirigentes venezolanos aparecidos en la lista.
Recuerdo haber leído en alguna parte que una conciencia turbia nunca se destiñe. Las mencionadas tienen el privilegio maligno de ser negras como el ébano y tan descarriadas, que no tiene empacho en seguir con sus tropelías. Todos sabemos de los miles de millones de dólares camuflados en cuentas bancarias internacionales, por parte de los cabecillas y aliados del absolutismo venezolano.
También estamos en conocimiento -sin ser una revelación nutrida por investigaciones asombrosas-, que éstos no se hallan tan campantes en sus trincheras, pues saben que en cualquier momento, una mano más justiciera que blanca, los detendrá de tajo de sus fechorías.