martes, noviembre 5, 2024
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¡Neutralizar al cura!

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La Iglesia católica es la institución de mayor credibilidad entre el pueblo venezolano. Y el pueblo necesita más que nunca de referentes. “Si no hacemos esfuerzos, Venezuela estará llena de pobres hombres y mujeres que aceptan la corrupción”, dijo Lenín Bastidas

No conozco al sacerdote Lenín Bastidas. De él sé lo que ha salido publicado en las redes: que en agosto de 2016 emprendió una caminata desde el sur del estado Anzoátegui hasta Caracas, abogando por una salida democrática a la crisis. De ahí que lo llamen “el cura caminante”. Me gusta su mensaje, me gusta su postura. Tal vez si todos los sacerdotes católicos del país imitaran su conducta, esta tragedia tendría fecha de terminación. En 2016 el padre Bastidas instó a la Conferencia Episcopal a realizar una vigilia frente al Consejo Nacional Electoral, que no se hizo. Lástima. Estoy segura de que su contundencia hubiera sido abrumadora. En aquel momento, Diosdado Cabello comentó “se trajeron a un adeco disfrazado de cura para participar en la marcha de la oposición”. Le pusieron el ojo al sacerdote desde el día uno.

La Iglesia católica es la institución de mayor credibilidad entre el pueblo venezolano. Y el pueblo necesita más que nunca de referentes. “Si no hacemos esfuerzos, Venezuela estará llena de pobres hombres y mujeres que aceptan la corrupción”, dijo Lenín Bastidas. Y tiene razón. Porque aceptar una caja CLAP o cualquier otro donativo de un Gobierno que literalmente ha vaciado las arcas del Tesoro nacional, es hacerse cómplice -la mayoría de las veces sin saberlo- de la corrupción. Es alargarla y mantenerla.

El Gobierno sabe la fuerza que puede adquirir una protesta como la del padre Lenín. Por eso tiene que arrancarla de raíz. Eso hizo el pasado jueves en la tarde, cuando fue arrestado -sin orden de aprehensión- por Poliguárico. El sacerdote, en Altagracia de Orituco, había convocado a una caminata por la paz y la reconciliación, a la que se sumaron muchas personas que llevaban una gran imagen del Jesús de la Misericordia. No habían caminado mucho cuando comenzó una violenta represión por parte de las autoridades. Perdigonazos y bombas lacrimógenas dispersaron a los protagonistas de una protesta pacífica. “La represión fue desproporcionada”, declararon algunos testigos.

Conociendo el modus operandi del Gobierno, era de esperarse esta reacción: no pueden darle cuerda a una persona que tiene la autoridad y la fuerza moral para alentar al pueblo a que proteste. Tiene porque sí que mantenerlo subyugado, sin esperanzas. Gracias, padre Lenin, por no rendirse.

 

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