domingo, enero 19, 2025
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¡Ni fácil, ni rápido!

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Nos toca actuar con inteligencia y paciencia. Vamos bien, pero no depende de nosotros ir más rápido. Por eso creo que nuestra situación catastrófica, se debe a la degradación de la política y al desbarajuste económico, provocados por la delincuencia castro-chavista

“Los problemas complejos requieren soluciones complejas y para ello se necesitan personas competentes”. Neuro J. Villalobos Rincón

En mi libro “El extravío revolucionario” escribí en uno de mis artículos, que la nuestra es una sociedad que se ha caracterizado por buscar para cada problema complejo una respuesta sencilla y, generalmente equivocada, dándole la razón a H. L. Mencken quien ha estudiado ese tipo de comportamiento social en algunas sociedades.

Juan Guaidó y su equipo, procurando insuflar confianza, no sólo ha señalado una ruta con claridad, para ser cubierta en tres etapas: el cese de la usurpación; un gobierno de transición, y al final, unas elecciones libres. Nunca nos dijo que ese camino era fácil, pero eso sí, en cada acto en que se ha avanzado en el logro de los objetivos nos ha dicho ¡Vamos bien! Algunos interesados y/o equivocados, de buena o mala fe, han querido trastocar esa expresión de ánimo por un ¡vamos rápido!

A veces de la prisa sólo nos queda el cansancio, dice un adagio popular, aunque en nuestro caso, la tragedia que vivimos a diario justifica la necesidad de apurarse con las soluciones porque el retraso significa muerte, penuria y destrucción, desesperanza y decepción. Lamentablemente, no hay soluciones fáciles y rápidas en la lucha por la libertad y el rescate de la democracia.

La complejidad de la situación problemática de Venezuela ha hecho aflorar algunas conductas contrapuestas a nivel internacional entre la solidaridad y la xenofobia; entre la urgencia y la conveniencia. Ante el sentimiento de compasión por el sufrimiento de los venezolanos, se opone la realidad económica y social de algunos países que se resienten por la llegada de oleadas de inmigrantes venezolanos; porque significan una carga para las atribuladas finanzas de los vecinos en el continente.

Si bien desde el lado positivo puede considerarse una ventaja aprovecharse del talento de nuestros profesionales, como es el caso de nuestros médicos en Chile, no es menos cierto que de inicio significa un problema adicional su atención. Es una realidad, una lamentable realidad, que los venezolanos hoy somos vistos como un cáncer que ha hecho metástasis en la región latinoamericana. Es una consecuencia del legado castro-chavista que nos emparentó con el narcotráfico y el terrorismo, y nos contagió con la corrupción y la miseria en todas sus manifestaciones y niveles.

Hoy la solución es extirpar de raíz la usurpación infiltrada de compinches de la mafia internacional lo cual no ha sido ni será fácil, pero, tampoco podemos ir más rápido y arriesgarnos a perder contundencia en nuestras acciones.

Es cierto también que hemos estado bajo el efecto Dunning-Krugger por mucho tiempo, fenómeno psicológico al cual me he referido otras veces, según el cual las personas con escaso conocimiento, tienden sistemáticamente a pensar que saben mucho más de lo que saben y a considerarse más inteligentes que otras personas más preparadas, situación que los hace más peligrosos porque esos incompetentes, fanáticos y desalmados no sólo llegan a conclusiones erróneas y toman decisiones desafortunadas sino que su incompetencia les impide darse cuenta de ello.

Por eso creo que nuestra situación catastrófica, se debe a la degradación de la política y al desbarajuste económico provocados por la delincuencia castro-chavista, y aprovechada por Rusia, China, Irán y las guerrillas de las FARC y el ELN. Nos toca actuar con inteligencia y paciencia. Vamos bien, pero no depende de nosotros ir más rápido.

 

 

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