Entramos ya en la última curva del año del mes de noviembre, y amigos, si las Navidades pasadas fueron grises y tristes, estas que se vienen encima, no se presentan de mejor color, así que es hora de que los venezolanos despierten, ya son 20 años en esto
«El hambre y la guerra no obedecen a ninguna ley natural. Son en realidad, acciones del hombre». Josué de Castro
Así es mis queridos amigos, ni qué decir de los huevos. El salario mínimo actual fijado por el «Presidente obrero» asciende a Bs.S 1.800,00 mensuales. Medio cartón de huevos ya cuesta 350,00 bolívares de los nuevos. Es decir, que un salario mínimo mensual da para comprar poco menos de tres cartones de las proteicas posturas de gallina.
Esta es la triste realidad del venezolano hoy. Vivimos en un mercado regido por la influencia y la fluctuación de la malévola moneda del imperio, pero con un ingreso en bolívares, de los que sean; fuertes, soberanos, como los quieran llamar, pero ultramega devaluados que sencillamente no alcanzan, pero ni para malvivir.
Hagamos un sencillo ejercicio matemático. Cada huevo de gallina está costando, comprando el medio cartón: Bs.S 23,33. Ajá amigo lector, así como suena. Es decir, cada «ñema» cuesta Bs.F. 2.330.000,00 de esos que dejó la reconversión monetaria atrás. ¿Asombrado? Espere un poco más.
Si cada huevo cuesta Bs.S 23,33, una comida, su desayuno por ejemplo, costará Bs.S 46,66 solo en huevos. Quítele la arepa o el pan, el quesito y todas esas cosas, que ya son de lujo. Pero resulta, que su salario mínimo estimado lector es de Bs.S 60 al día. Es decir, que si desayuna con dos huevitos le quedan ya solo Bs.S 54,00 para el almuerzo, cena, pasajes y para pagar todas las demás cositas por las que trabajamos muy duro.
Es mucho el desparpajo de los voceros del Gobierno que tratan de ocultar lo inocultable; la gran mayoría de los venezolanos pasa hambre, algunos malamente comen algo y un pequeño grupo de altos funcionarios del Gobierno y de esos que llaman «enchufados» se meten sus tres papas bien resueltas todos los días. No existe la menor voluntad política por parte del Gobierno, por controlar la hiperinflación rampante, porque de ella se está nutriendo el Estado para generar por la vía fiscal, el dinero inorgánico que necesita para cubrir el gasto público y mantener respirando el ya espasmódico populismo. Recuerde, el impuesto que pagamos todos, cada vez que compramos algo es el IVA, no nos pelan ni con ceniza. Y a mayores precios, mayor es el monto del IVA a recaudar.
Tan claro como que no hace falta estudiar Economía en ninguna prestigiosa universidad del mundo, es que al Gobierno venezolano le importa menos que un bledo si la gente tiene o no para comer, o si tiene medicinas o si tiene para pagar servicios o gastos médicos o personales, les importa solo establecer los mecanismos necesarios y suficientes para apretar la tuerca que los atornilla al poder, y la grasa que lubrica esa rosca es el dinero que le da oxígeno al populismo. Qué lástima que quienes se contentan y aplauden porque les pagaron los bonos del Carnet de la Patria, no se den cuenta que antes de pagárselos, ya se los sacaron antes varias veces de sus propios bolsillos.
A todas luces, la fulana reconversión monetaria lejos de «venir a acomodarlo todo», como me dijo un vecino bastante afecto al Gobierno, solo fue una medida propagandística para restarle impacto a los ceros y más ceros a la derecha, que iba a representar en la antigua denominación la hipermega inflación que estamos padeciendo y que ellos tenían muy bien calculada.
Entramos ya en la última curva del año del mes de noviembre, y amigos, si las Navidades pasadas fueron grises y tristes, estas que se vienen encima, no se presentan de mejor color, así que es hora de que los venezolanos despierten, ya son 20 años en esto. Los mismos engaños, la misma farsa. ¿Habrá todavía algunos que se vayan a matar a golpes y a empujones por un pernil en diciembre, que probablemente nunca les llegue? Pues si aún los hay después de toda la vaina que estamos llevando, entonces, ni qué decir de los huevos.