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Siempre voy a estar en contra de una intervención militar en Venezuela o en cualquier otro país del mundo, venga de donde venga, pero irónicamente, desde hace tiempo ya, mi país está ocupado, no sólo por los agentes de la inteligencia cubana, sino también por la guerrilla colombiana, los colectivos armados, el crimen organizado y cuanta banda delictiva o subversiva se levante en apoyo a la revolución.
Estamos a merced de los invasores, un grupo minoritario de antivenezolanos que ataca sin piedad a otros compatriotas que, por el simple hecho de pensar distinto o reclamar un mejor futuro, son azotados con perdigones y gases o son detenidos, encarcelados y torturados y, en el peor de los casos, asesinados vilmente por los mercenarios al servicio del régimen.
Después de contemplar horrorizado el desarrollo de los ejercicios militares, sentí pena ajena, mezclada con vergüenza y rabia, no por los compatriotas que inocentemente participaron en el simulacro, muchos de ellos adultos mayores, sino por los imbéciles que montaron ese show tan aberrante, pero, de ser cierto que la fulana invasión es inminente, indudablemente las primeras víctimas serían ese lote de abuelos, usados por el régimen como escudos humanos.
También sería interesante, ver a los rechonchos Generales de la gloriosa FANB, incapaces de correr un kilómetro sin ahogarse en sus excesos, encerrados en su cuarto de guerra, tramando las estrategias, no precisamente para derribar los F-22, los F-35 o los MQ-9 no tripulados, o cómo enfrentar la ola de marines con sus potentes rifles de asalto y equipos de última generación o cómo evitar que un misil BGM-109 Tomahawk, les explote en la cabeza
Los más seguro es que esa sarta de sinvergüenzas que, arrogantemente se hacen llamar Generales de la patria, busquen la forma de negociar con el invasor extranjero, a espaldas de su jefe, no por el bien de la república, sino para no perder sus privilegios o poner en peligro sus enormes fortunas, forjadas al calor de robo, el latrocino y la matraca.
La única experiencia cierta de estas detestables FANB, son las guerras libradas en su imaginación, como la guerra económica y, las batallas que a diario libran con la sociedad civil, atacando indiscriminadamente las marchas pacíficas, golpeando salvajemente a manifestantes desarmados, adultos mayores, estudiantes y mujeres indefensas que, simplemente reclaman sus derechos más elementales; qué falta les hace a esos crápulas un verdadero conato de invasión, simplemente, para ver si responden con la misma vehemencia o salen corriendo como unas niñas asustadas.