Un
Un niño de seis años, que se subió a una ventana y se precipitó desde una altura de 60 metros, tuvo que ser hospitalizado tras sufrir graves heridas, varias costillas rotas y contusiones pulmonares.
Sin embargo, después de casi dos semanas de observación los médicos determinaron que su vida ya no corría peligro y le sacaron de la unidad de cuidados intensivos.
El accidente ocurrió el 8 de enero, cuando el niño se encontraba en casa con su abuelo y éste salió a hacer unos recados dejándole solo.
Fue el mismo abuelo el que, al regresar a casa una hora después, se encontró al chico en la calle e inconsciente, tendido sobre un bancal de flores.
El niño, que se había quedado paralizado de cintura para abajo en los primeros días tras el accidente, comenzó a recobrar la movilidad de sus piernas el miércoles.
Los médicos abrigan la esperanza de que con el paso de los días se recupere completamente de la caída.
Sus padres recuerdan que, tras una operación de tres días para garantizar su supervivencia, el niño pidió un móvil para jugar.
Los doctores creen que el suelo donde crecían las flores sobre las que cayó, así como arbustos cercanos, ayudaron a amortiguar la caída del pequeño, y el hecho de que lo hiciera de pie también contribuyó a salvar su vida.