
La secta denominada Discípulos de Jesucristo se quedó con el cuerpo del niño por dos días, para tratar de resucitarlo.
Un menor de nueve años, identificado con sus iniciales D. K. falleció en manos de una secta que lo retuvo y azotó hasta morir.
La policía encontró al menor con una mordaza en su boca en un lago de Ekaterimburgo, Rusia. El informe forense determino que el niño murió por falta de oxígeno.
La intención de los miembros de esta secta llamada Discípulos de Jesucristo era “expulsar a los demonios”. Sus progenitores ayudaron a los participantes a azotar al menor.
Cuando el niño falleció, los integrantes de la secta se quedaron con su cuerpo por dos días para tratar de revivirlo, pero al no lograrlo lo arrojaron al bosque.
Los oficiales detuvieron a los participantes de esta secta religiosa y también a la líder de este grupo, Zemfira Gainullina. Sin embargo, la madre de la víctima huyó a Bielorrusia y las autoridades solicitaron su extradición.