El hombre nuevo, formado en el socialismo del siglo XXI, somete al pueblo que los llevó en sus inicios al poder, a padecer hasta tres meses sin gas para cocinar, obligando a la sociedad a vivir como en el pasado siglo, donde se cocinaba con leña
La escasez de gas doméstico se ha convertido en otro dolor de cabeza más para muchos venezolanos que se ven obligados a madrugar esperando algún “operativo” de venta de gas licuado en distintas regiones del país, donde toda la familia sufre para intentar satisfacer sus necesidades más básicas.
Han habido manifestaciones en las cuales los vecinos denuncian que no reciben el cilindro del gas, en algunos casos, desde hace meses, y lo más triste es que la gente es conminada inmediatamente a disolver cualquier manifestación pacífica y constitucional porque si no aparecen los órganos de “seguridad” del Estado preguntando por los líderes de la protesta, y son privados de libertad con cargos en su expediente al gusto del funcionario represor. Mientras tanto el mercado negro sigue acaparando el gas, para venderlo en sumas de dinero muy altas y donde se benefician “revolucionarios de camisa roja”.
El hombre nuevo, formado en el socialismo del siglo XXI, somete al pueblo que los llevó en sus inicios al poder, a padecer hasta tres meses sin gas para cocinar, obligando a la sociedad a vivir como en el pasado siglo, donde se cocinaba con leña, como sucede por ejemplo en el Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal, en el estado Táchira, cuyos funcionarios han tenido que recurrir a la leña para poder cocinar los alimentos del personal debido a la falta de gas, y las autoridades se hacen indiferentes ante el sufrimiento de los venezolanos.
El colapso de PDVSA Gas se avizoraba desde su inicio cuando el Gobierno socialista decidió nacionalizar la distribución del gas, luego controló los precios de los cilindros y su fracaso gerencial. La realidad de hoy es el monopolio estatal en la distribución del gas, que provocó barreras legales a la libre competencia en la distribución, siendo PDVSA Gas el único capaz de proveer y distribuir este servicio, o dicho en otras palabras, un monopolio del mercado sin posibilidades reales de que la situación se revierta, lo que se traduce en la práctica es en otro fracasado del monopolio estatal socialista.
Paralelamente la caída de la producción de petróleo y gas, la corrupción, la falta de personal especializado, debilidad en la dotación de materiales y equipos, deterioro de la infraestructura, finanzas quebradas, entre otras razones socialistas que hundieron a PDVSA y al país en la peor crisis de la historia venezolana.