Nos quedamos con la fea

Nadie borrará de la historia el lauro alcanzado por tan peculiar mujer hace más de 20 años, al considerarla una Venus de grandes dotes y con mayores gracias

Recuerdo en plena consternación y entre suspiros dispersos desde mi lecho de enfermo, cómo aquella noche Alicia con su cimbreante movimiento, su sonrisa amplia sin reservas y sus respuestas contundentes en esos interrogatorios perezosos y cursis, comunes en los concursos de belleza, logró aplacarme por un rato las dificultades de un tratamiento complejo, además de generarme la seguridad de estar frente a una nueva reina de belleza.

Precisamente, cuando yacía perturbado en mi obstinación para sobrevivir y continuar aportando algunas ideas a esta vida, Alicia Machado atisbaba su simpatía con buen ritmo y dejaba aturdidos a unos jueces correctos que no dudaron en darle la victoria.

Hago estas observaciones de juicio existencial, al leer las consideraciones emitidas recientemente por Valera, quien con el mayor desparpajo pidió la prohibición de la entrada a Venezuela de la flamante exreina del universo, además de efectuarle descalificaciones inusuales, asegurando que su acción era vergonzante, tenía relaciones amatorias con narcotraficantes mexicanos, se arrastraba a los Clinton y la tildó de “prostituta que no puede venir a pisotear nuestra bandera”.

De qué sirve entablar una guerra sórdida de moralidades indiscretas o abrir la grietas de los defectos con falsas acusaciones. Nadie borrará de la historia el lauro alcanzado por tan peculiar mujer hace más de 20 años, al considerarla una Venus de grandes dotes y con mayores gracias, más allá de los confines de la galaxia; mientras Valera, desgarbada, con desaliñados cabellos y un hablar poco depurado, tiene a los recintos carcelarios en un estado de extrema postración y donde mandan los prames a pierna suelta.

Alicia empeñó lo mejor de ella misma para no defraudar y conseguir una corona más para el país, con unas innegables cualidades físicas que rebosaban en 1996. Valera tiene como única gloria política, el haber contribuido al escamoteo nacional, dando su bocado de abismos a la población y defender con expresiones torpes, la ruindad de un territorio lleno de atributos.

Sin ánimos de repercutir en demasía en lo político o perder la gentileza masculina, reconozco a este Gobierno como el de los “desposeídos”, pues tristemente nos quedamos con la fea, la que “no posee” cualidades físicas y nos agota con sus sentencias tenaces, crueles y fatídicas; mientras una de nuestras más grandes bellezas, sigue derrochando sus atesorados atributos en el exterior y llamando la atención de los reflectores del estrellato. 

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