Nos
A que la Policía en una redada mate a 12 malandros, a que diariamente linchen a un azote de barrio, a que los prames millonarios planifiquen sus crímenes en las cárceles cinco estrellas llenas de armas de guerra y en total estado de anarquía.
Ya no nos inmuta que la primera comandante use carteras de mil 500 dólares, que la hijita de Chávez se vaya a estudiar a París porque la oposición la atormenta, que las niñas del presidente de IVSS vivan en San Germán des Prés, y que los enchufa'os nunca tengan que llenar carpetas para solicitar dólares, mientras que a los demócratas les es imposible salir del país aunque no tengan prohibición de salida.
Nos hemos acostumbrado a oír cosas absurdas como la de Héctor Rodríguez cuando expresa: “El imperialismo sabe que estamos cerca de ser una potencia” o “no vamos a sacarlos de la pobreza para que se vuelvan escuálidos”, el mismo que ahora le echa la culpa a la ignorancia del pueblo por la falta de productividad del socialismo. No nos alarma que Aristóbulo diga que: "Bolívar no necesitó de papel sanitario para hacer lo que hizo” o que “el socialismo no ha fracasado porque no lo hemos construido" o que la frase “aguas negras” resulta peyorativamente discriminatoria.
Ni hablar de la miss Conuco cuando expresó “si un gringo se presenta y tenemos un lápiz, hay que puyarle los ojos, pisarle los callos y espicharle las bolas”. ¿Qué se puede esperar del único país en el mundo que tiene un Presidente vivo sin partida de nacimiento y otro muerto sin partida de defunción?
No nos extraña que los supermercados y farmacias parezcan comercios que venden anaqueles, que es lo único que exhiben. Que usen captahuellas, ventas por número de cédula y colas sabrosas. Que Internet sea una tortuga y no haya puntos de ventas o la línea esté caída. Que los empleados públicos y los centros comerciales trabajen con horario restringido por falta de electricidad. Que nos recojamos a las seis de la tarde en nuestro hogar con baños hediondos y sin poder invitar a los amigos por falta de agua, aparte de bañarse por turno y con totuma.
Que gran frustración se siente cuando la mayoría elude responsabilidades mostrando una grotesca indiferencia hacía los destinos del país. Que oiga quien tiene oídos…