Nostalgia gustativa

Es indispensable, para salir de esta debacle económica, ofrecer soluciones al país, viables y evidentes dentro de las potestades que otorgan la Constitución y las leyes

Como extrañamos hoy día los venezolanos, aquellas ricas comilonas de gratos momentos inolvidables que alegraban y llenaban de sabor nuestra existencia, dándonos una satisfacción celestial que contrarrestaba el espanto del estrés tan común por estos días, ¿A dónde fueron a parar los suculentos banquetes de familiares y amigos, de caraotas negras o rojas, de lentejas, frijoles de cabecita negra, acompañado de arroz, carne mechada, tajadas, queso, según fuera la ocasión y el gusto? ¿A dónde se han ido?

Ante la escasez del pan y la arepa, el venezolano ya empieza a buscarse el sustituto ideal ajustado a nuestra desconsolada realidad, es por ello, que ya comienza a consumirse mucho más plátano, yuca, papa, ñame, como  alimentos alternativos; Durante la pasada Semana Santa, ¿cuántos venezolanos en lugar de comer el tradicional pescado, se vieron en la imperiosa necesidad de comer arroz con huevo?

Hoy día el estado anímico del venezolano se debate entre la rabia, la desesperanza, la conmoción y frustración; cómo extrañamos los venezolanos las tardes amenas de ricas meriendas, de cómo se deleitaba nuestro paladar, con un delicioso pan dulce piñita, galletas de soda, de huevo, o paledonias, cortejados por un placentero café con leche, ¿A dónde se han ido? Mientras tanto, el Gobierno nacional, insiste en afirmar que la situación actual es producto de la “guerra económica”, que según afirma, suscitan los empresarios políticos contrarrevolucionarios, y mientras se organizan marchas antiimperialistas, movilizaciones nacionales de militantes oficialistas, para decir no a todo lo que aprueba la Asamblea Nacional, el país entero se está comiendo un cable pelao, es que cada vez se profundiza más la brecha entre los altos precios de los alimentos y el salario ruin actual, el deterioro ya es notorio en la calidad de vida de los venezolanos.

Pobre del Juan Bimba, que no hace alarde de su rostro palidecido, y camina afligido, sudoroso y ácido por la vida, porque no consigue antitranspirante que ponerse, con un separatista aliento que precisa la comunicación a distancia, porque no consigue la crema dental para la higiene bucal y que desluce con su ropa vieja y despintada, porque el salario que gana no le alcanza para comprar lo nuevo, el sobregiro abunda en su vida, no hay cabida para un sueño.    

Es indispensable, para salir de esta debacle económica, ofrecer soluciones al país, viables y evidentes dentro de las potestades que otorgan la Constitución y las leyes, es tiempo de promover salidas al trance colectivo hoy reinante en la nación, no hay tiempo para evasivas ni para confrontaciones estériles, seamos promotores de unión y diálogo entre los venezolanos, así sea.

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