Ahora
Continuamos recorriendo el largo y espinoso camino de revisar el cúmulo de errores vulgares que afean y desdicen mucho de nuestros medios audiovisuales.
En esta época de promesas y esperanzas, en que todo se proyecta hacia un quimérico futuro, se nos ha ofrecido la expectativa de: Una Venezuela soberana, Una Venezuela libre, democrática y protagónica, Una Venezuela potencia, Una Venezuela indestructible y, ahora, la mayor ilusión: La Venezuela que soñamos. ¿Se puede soñar Venezuela? Desde luego que no.
Soñar (latín somniare) es un verbo patrimonial español, ampliamente documentado desde el siglo XII. Sus significados principales son: ‘Representar en la fantasía algo mientras dormimos. / Imaginar, figurarse. / Anhelar persistentemente una cosa.’ Pero quien utilice este verbo debe tener presente que él funciona como transitivo y como intransitivo. Como transitivo, en nuestra lengua se sueñan acciones, hechos. Uno sueña que transita por la avenida, que viaja en un avión, que está debajo de un árbol. El módulo de actuación es: Alguien (sujeto), sueña (verbo), algo (lo soñado = complemento directo); pero como intransitivo se sueña con objetos (personas, animales o cosas, caso ablativo = complemento circunstancial). Uno no sueña Petra, uno sueña con Petra; Uno no sueña el perro, uno sueña con el perro; Uno no sueña Venezuela, uno sueña con Venezuela. La promesa, pues, tan ampliamente difundida por televisión, debe formularse, en español sencillo y claro: La Venezuela con la que soñamos.
Ahora nos referiremos al uso indebido de chavismo y chavista, por supuesto desde el plano exclusivamente lingüístico y sin ninguna esperanza de cambio o corrección porque bien sabemos que el uso hace ley. Lo propio es que, al hablar de movimientos y seguidores, si el nombre es breve se tome todo él como radical y se le agregue los sufijos correspondientes. Si el vocablo termina en vocal, esta cede espacio a la -i: Castro - castrismo, castrista; si termina en consonante, se le agregan los sufijos: Común > comunismo, comunista; y si la consonante es una z-, esta se transforma en -c: Páez - paecismo, paecista. Así se dijo, de Gómez > gomecismo, gomecista (si se hubiera dicho gomismo, gomista, hubiera hecho referencia a goma); de López, lopecismo, lopecista (si se hubiera dicho lopismo, hubiese hecho referencia a Lope, no a López) Lo propio en Chávez. Es chavecismo, chavecista (decir chavismo, chavista es hacer referencia al Chavo, no a Chávez).