Movidos
Conscientes del irrespeto que cometíamos, decidimos tomar nuestra bandera y mostrar a la asamblea en pleno los rostros de nuestros mártires asesinados por la dictadura, a todos le reclamamos justicia, a todos le expresamos nuestra decepción e indignación.
Nos movió el dolor de las más de setenta familias que han visto a sus hijos, padres, esposos y madres caer producto de una bala asesina represora, nos movió el hambre que golpea los estómagos de nuestras familias, la falta de medicamentos, nuestros presos políticos, las torturas, la angustia y la incertidumbre. Pero lo que más nos motivó a protestar en el seno de la OEA fue el arrojo y la valentía que en estos 90 días han demostrado millones de venezolanos en las calles.
Fueron tres días sin descanso, reunión tras reunión, horas de trabajo, revelando la realidad de nuestro país, mostrando los rostros de nuestros héroes venezolanos. Culminada la sesión de trabajo con cada canciller y su delegación, nos íbamos convencidos de haber logrado un voto más a favor de la causa. Sin embargo, la decepción nos golpeaba en el rostro al verificar que el voto de esa nación era contrario a la cruel y urgente realidad de Venezuela.
La indolencia hacia los venezolanos llenó la sala donde se desarrollaba la Asamblea de los países miembros de la OEA y sería realmente injusto no reconocer los esfuerzos de algunos cancilleres, como por ejemplo, la labor titánica que emprendió el secretario general Luis Almagro, o el canciller Luis Videgaray de México, entre otros, para respaldar como propios el reclamo de los venezolanos en las calles.
Fue esa indolencia la que nos llevó a alzar nuestra voz. Los días previos a la cumbre emprendimos una lucha contra el reloj, porque la urgencia de los venezolanos por el cambio así no los exigía y porque los tiempos de la diplomacia eran excesivamente tardíos.
A los países que permanecen indolentes ante el sufrimiento y la agonía de los venezolanos, a los que poco les importa si nos enrumbamos indeteniblemente hacia el despeñadero, a esos que ven desde la acera de enfrente como fallece nuestra democracia, a ellos le decimos vengan a Venezuela para que vean y se enfrenten a nuestra verdad. Vengan pa´ que vean como es vivir en medio de una dictadura asesina y corrupta.
Tan solo un día requeriríamos para mostrarle las duras imágenes de la represión, del hambre y de la muerte. Por eso a todos los amigos de la OEA le reiteramos la invitación, venga para que vean, y tomen conciencia del verdadero valor de su voto. Votos que salvan vidas o votos que asesinan.