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A nadie le extrañaría que a la vecina del barrio Las Trinitarias o del barrio El Desespero -en Maracaibo- se le escapara una frase obscena, una palabra mal pronunciada o un sinsentido coloquial, incluso, tartamudeara o balbuceara una oración al tratar de dar una explicación. Manejar la perorata, solo es perdonable en la crítica de Fernando Vallejo. Pero es triste escuchar cómo se desenvuelve el presidente Maduro ante las más desaforadas inelocuencias de su verborrea, con circunloquios, peroratas y acervos negativos, en un léxico que trata de simular jocoso, como: “millones y millonas de libros” aunados a ubicaciones geográficas que no atinan ni con dardos de pega loca; como por ejemplo decir que Venezuela y Portugal están en el mismo Continente, raya, ipso facto en la ignorancia o en la más burda de las improvisaciones.
Todo lo anterior, es tolerable, derivado de la escasa vida académica que haya podido ostentar el nombrado ciudadano, igual que las vecinas de los barrios anteriores. Intolerable el colmo de la desidia y la falta de responsabilidad, es decir alegremente que 7×7 son 36. El 23 de agosto de 2011 el presidente del BCV, Nelson Merentes, profirió semejante cálculo; ahora ustedes se pueden imaginar cómo puede marchar la economía de un país donde el gerente de un banco no sabe la tabla de multiplicar. Razón tenía Churchill al decir: “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.”
Es una verdadera miseria estar dirigido políticamente por una sarta de ineptos que no tienen la más mínima idea de lo que es vergüenza y responsabilidad, pues improvisar ante millones de personas es una falta de respeto.
La indignación pasa a lo absurdo cuando se le pregunta a un Ministro (del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz): ¿cómo ha respondido ante las acciones del Gobierno, el índice delictivo del país, ha crecido o disminuido? Y responde regodeado en perorata: “cualitativo y cuantitativo del modelo (…) matemático-aritmético no puedo dar cifras pero estoy seguro que está disminuyendo.”
En el marco de esta apreciación y, sabiendo que se ha especulado que por cada cien mil habitantes han muerto 72 en un año, es cuando quienes tienen en su haber algo de inquietud intelectual, se sienten ofendidos en su inteligencia.