sábado, diciembre 14, 2024
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Oficialismo boliviano confía en el triunfo de Morales en primera vuelta

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El oficialismo boliviano cree que lo que está en juego en las elecciones generales del próximo 20 de octubre será el control del Legislativo nacional y no la Presidencia del país, al dar por hecho que el actual mandatario, Evo Morales, será reelegido para un cuarto mandato hasta 2025

El oficialismo boliviano cree que lo que está en juego en las elecciones generales del próximo 20 de octubre será el control del Legislativo nacional y no la Presidencia del país, al dar por hecho que el actual mandatario, Evo Morales, será reelegido para un cuarto mandato hasta 2025.

El vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, se refirió a las perspectivas de su Gobierno en una entrevista con EFE en La Paz, en la que reconoció que los recientes incendios en la Chiquitania tendrán efecto en los resultados, aunque confían en ganar en primera vuelta.

García Linera, un reconocido político de la izquierda latinoamericana indigenista, repetirá como compañero de fórmula de Morales, a quien acompaña desde su llegada en el poder en 2006, en una candidatura cuestionada por la oposición por no respetar el límite constitucional de dos mandatos ni un referendo que en 2016 les negó la posibilidad de ir a una reelección.

Pregunta: ¿Cómo afrontan esta nueva cita con las urnas? Algunas encuestas dan como vencedor a su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), en primera vuelta y otras señalan que podría haber una segunda.

Respuesta: Estamos trabajando para lograr la victoria en primera vuelta. Las ecuaciones asintóticas de las encuestas hablan de que el MAS va subiendo, se ralentiza en momentos, pero vuelve a subir.

Un segundo candidato, Carlos Mesa, que va bajando, partió de 39 por ciento y ahora pelea para estar en 25. Y un tercer y cuarto candidato que se esfuerzan por subir.

Nos esforzamos para que esas tendencias se refuercen en los siguientes días. Confiamos en que vamos a ganar en primera vuelta y vamos a tener mayoría en la Cámara de Diputados y la de Senadores.

El debate que plantean las elecciones es saber si vamos a tener dos tercios o no, si vamos a tener dos tercios como en 2014 o vamos a reeditar un sistema de gobierno dividido, con alguna de las cámaras bajo control de la oposición, como sucedió en 2005.

En el fondo es lo que se está poniendo en debate y a prueba en estas elecciones, no tanto quién va a ganar, sino con qué ventaja y si logra los dos tercios para controlar ambas cámaras.

P.- Una parte de los electores apoya a la oposición con tal de que el MAS no continúe, ¿consideran que sería posible que se pierda la mayoría en el Parlamento?

R.- Siempre hay esa posibilidad, pero por los datos que nos dan las encuestas y el trabajo que tenemos cara a cara con las personas, creemos que tenemos la mayoría absoluta garantizada en el Congreso y nos esforzamos por avanzar de esa mayoría absoluta a los dos tercios.

La oposición quiere quitarnos los dos tercios e incluso quiere quitarnos alguna de las cámaras y eso se va a definir en los siguientes días que faltan de campaña abierta. Confiamos en que vamos a lograr esa victoria.

P.- De no ocurrir esto, se repetiría el escenario que se tuvo en el 2006, cuando el MAS no tenía la mayoría.

R.- Eso sería problemático para el que gobierne. Un gobierno que no tiene el apoyo del Congreso, de una de las cámaras, siempre va a afrontar problemas. No se olvide que Carlos Mesa no tenía apoyo de la Asamblea y tuvo que renunciar (en 2005).

Otro ejemplo es Hernán Siles Zuazo que en 1984 tampoco tenía el apoyo de la Asamblea y lo hicieron renunciar.

Un Ejecutivo que no tiene el apoyo o presencia mayoritaria en la Asamblea enfrenta problemas y se vuelve un gobierno débil.

Independientemente de quién vaya a ganar, lo ideal para un gobierno sólido en el caso boliviano es Ejecutivo, pero también control del Legislativo.

P.- ¿Considera que será suficiente el apoyo de movimientos sociales que respaldan el proceso de cambio que tienen ustedes con la agenda hasta 2025? ¿Ese “voto duro” va a ser suficiente?

R.- Es importante porque es la parte plebeya de la sociedad boliviana, los humildes, la gente trabajadora. El MAS en el fondo es un partido de gente humilde, de las clases subalternas, pero para ser poder estatal siempre requiere el apoyo de sectores medios, de sectores de la clase media y eso es lo que está en disputa.

En los últimos 13 años hemos logrado el ingreso de casi el 30 por ciento de la población a la clase media. Es una clase media nueva de origen popular e indígena que jala el acerbo de su identidad popular en el ámbito de la clase media.

Confiamos en que una buena parte de esa clase media, fruto del proceso de cambio y que aún porta los símbolos de su identidad popular indígena, le va a dar el espaldarazo al MAS.

La clase media se vuelve clave para garantizar procesos de liderazgo y hegemonía intelectual y moral en el ámbito estatal, y confiamos en que ese va a ser el apoyo que vamos a obtener.

P.- La gestión del Gobierno ante los incendios en la Chiquitania ha sido respaldada desde distintos sectores, pero cuestionada por otros. ¿Cree que lo ocurrido pueda restar votos al MAS o confía en que haya respaldo frente a las críticas?

(Los incendios en esta zona de la región boliviana de Santa Cruz afectaron a casi cuatro millones de hectáreas, según el gobierno regional, desde agosto hasta su extinción esta misma semana).

R.- Ciertamente el tema de los incendios en la Chiquitania va a tener un efecto en el ámbito electoral. De hecho, eso ya aparece en las encuestas.

Las encuestas que han salido en distintos medios independientes u opositores hablan de que el crecimiento del MAS se mantiene en ocho departamentos, pero en Santa Cruz no. Había un crecimiento y se ha detenido el crecimiento.

Tampoco es que bajamos, pero se detiene el crecimiento, eso ya es uno de los impactos que se puede apreciar en las encuestas, pero (…) nos vamos a encargar de hacer entender que hicimos todo lo posible.

Seis ministros dedicados a atender el tema, un gasto de casi 25 millones de dólares y 200 millones de dólares a disposición para enfrentar el problema, hemos contratado los aviones y helicópteros más grandes del mundo para apagar incendios, hemos movilizado 4.000 hombres de las Fuerzas Armadas, 2.500 de la Policía Boliviana.

El Estado en pleno se ha lanzado a apagar el incendio y, si bien todo es insuficiente ante un fenómeno de esa naturaleza, creo que la gente está comenzando a entender que se hizo todo lo posible y que incluso en el ámbito de la ayuda internacional se convocó a todos los países del mundo a que nos colaboraran.

Pero como siempre sucede la ayuda internacional tarda, es escasa y es temporal. Hemos agradecido esa ayuda internacional, pero todo lo fundamental de la lucha contra los incendios ha radicado en esta capacidad de despliegue que ha tenido el Estado boliviano.

P.- ¿Qué contexto internacional espera? En Estados Unidos, por ejemplo, el Senado cuestiona la candidatura del presidente Morales, aunque otros como el secretario general de la OEA la avalan. ¿Qué aliados o detractores se esperan encontrar?

R.- El mundo tiene suficientes problemas como para preocuparse mucho por Bolivia. La recesión internacional que golpea las puertas de Europa y Estados Unidos, el conflicto entre globalizadores, nacionalistas y patriotas en el ámbito internacional, el derrumbe del relato y la ideología de la globalización, el “brexit”, el resurgimiento de nacionalismos y populismos de derecha en Europa, el enjuiciamiento del presidente (Donald) Trump en Estados Unidos marcan un escenario muy complejo y caótico.

Tienen suficientes problemas como para estarse preocupando de un país que tiene estabilidad económica, crecimiento y que se esfuerza por sacar a la gente de la pobreza en base a la justicia y la igualdad.

P.- El contexto regional también cambió en estos 13 años (de Gobierno del MAS), en Chile, Argentina y Brasil con gobiernos conservadores. ¿Cómo ve la perspectiva en América Latina si, por ejemplo, la política de Estados Unidos lleva a cambios en aliados como Venezuela o Cuba?

R.- El llamado ciclo progresista se inició en el año 2000 y tuvo su auge hasta 2014. En 2015 se habló del fin del ciclo progresista con la instalación de gobiernos muy conservadores en el continente.

Pero ya lo dijimos entonces, este revival del conservadurismo o neoliberalismo 2.0 es un resurgimiento efímero, no es un nuevo proyecto de economía, de Estado y de sociedad, no es un proyecto de Estado, es un proyecto de venganza fundamentalmente.

Y usted está viendo los límites de ese proyecto conservador. El llamado ciclo conservador que tenía que apoderarse del continente está mostrando ya sus primeros problemas al cuarto año.

En México, gana un gobierno progresista. Lo más probable es que en Argentina haya un nuevo giro hacia la centroizquierda, esperamos que lo mismo pase en Uruguay.

Entonces más bien el llamado ciclo neoconservador está durando poco o está teniendo demasiados problemas.

En general el mundo tiene demasiados problemas, se ha perdido la narrativa única, el discurso único. Globalismo, libre empresa, democracia representativa, que eran como una especie de ejes ordenadores del mundo, se han derrumbado y cada país está apostando como pueda a salir adelante por donde sea.

Ya no hay un norte, ya no hay un modelo. ¿Globalismos o patriotas? Trump ha escindido el mundo en su discurso en las Naciones Unidas, ha enfrentado a los patriotas, es decir, proteccionistas y nacionalistas, con los globalizadores (…) El “brexit” está separando a Inglaterra de la Unión Europea.

El modelo de la integración globalista también está en crisis, entonces cada país va a buscar su propia salida.

Bolivia lo ha hecho desde el 2006, somos proteccionistas donde nos conviene y somos librecambistas donde necesitamos. Apostamos a las exportaciones donde nos conviene, protegemos nuestra industria y mercado interno donde necesitamos.

Esta salida anfibia que Bolivia ha comenzado a trabajar desde hace 13 años atrás hoy se está mostrando como la vía más propicia en un mundo y en un continente latinoamericano confuso, caótico, donde ya no hay tendencias únicas, sino es como un panorama ambiguo, de tendencias contradictorias de todos los países.

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