jueves, diciembre 12, 2024
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Ofrecen el cielo y conceden el infierno

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Maduro ha generado un proceso que es la antítesis del progreso de cualquier nación y a su vez ha desarrollado un mecanismo de terror y miseria que emula la conducta perversa

Se podría decir que es insólito mencionar comparaciones de la individualidad personal con otra, de la cual se tienen referencias por ser perversas y dañinas en contra de otros, como ejemplo tenemos al genocida Josef Stalin, tirano de la desaparecida Unión Soviética; se documenta que fue un resentido social, de padre alcohólico y madre promiscua. Pero es peor cuando esa individualidad es la de un Presidente; como es el caso de Nicolás Maduro  quien  se autocomparó -dicho por él mismo públicamente (Filven)- y se calificó de muy parecido a Josef Stalin, incluso con bigotes y todo; máxime, si se sabe que Stalin profesaba o afirmaba que: “si controlas la alimentación del pueblo, controlas al pueblo, luego vendrán agradecidos por la miseria que les das para comer”.

Al Presidente lo traiciona el inconsciente o es demasiado cínico y descarado para enorgullecerse de tal comparación. Sin embargo, el hecho de esta comparación, que es despreciable, no es tan preocupante como la situación de Venezuela, pues, este símil comparativo no fue ni es de ningún modo errado, más bien parece que es influencia de las acciones seguidas y el futuro de la política del  país, caso que estamos padeciendo de grado muy elevado. De lo metafísico y proverbial de tal similitud, el presidente Maduro ha generado un proceso que es la antítesis del progreso de cualquier nación y a su vez ha desarrollado un mecanismo de terror y miseria que emula la conducta perversa, tanto del interfecto Stalin como al del tirano traidor de su pueblo, Fidel; quien es su mentor. 

Las evidencias lo demuestran, lo he vivido en las colas para obtener alimentos, lo he hecho de doble intención: 1) para adquirir el alimento controlado y 2) para escuchar la opinión de quienes conforman conmigo la cola. El resultado ha sido demoledor, el común denominador es el hambre, la gente hace la cola –en un calor insoportable- porque los alimentos comercializados fuera de los centros de distribución se venden carísimos y, el salario no alcanza para comer tres veces al día, además la pasta blanca sin queso y sin salsa, cuando mucho mantequilla, les llena el estómago por lo menos una vez al día. Esto es alarmante, la mayoría dice tener meses que no come carne, ni pollo, ni bebe leche. O sea, en vez del cielo es el infierno  

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