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Lo electoral no es todo en democracia, sin embargo, es la médula espinal. Fue cuando el régimen evadió el revocatorio 2016, de la manera más vulgar posible (jurídicamente hablando), que la comunidad internacional exclamó “algo pasa en Venezuela”. No importaron las muertes de 2002, 2014, las generadas por la delincuencia organizada, por la crisis hospitalaria, etc., lo que detonó la suspicacia mundial fue la evasión del referéndum. Por supuesto, la destrucción de PDVSA también tuvo mucho que ver, el castrismo venezolano no pudo continuar comprando el apoyo foráneo de su endebles “aliados”, mismos que al final terminaron por señalarlo ante la OEA y demás lerdos e inservibles andamiajes internacionales.
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Jorge Giordani, mano derecha del expresidente fallecido, confesó la utilización de los recursos del Estado (hasta vaciarlos) en la campaña electoral de Chávez 2012, mismas que “ganó” apenas con millón y medio de votos por encima de Capriles, decimos “apenas” porque con la utilización de todas las finanzas públicas, las instituciones y sus estructuras, esa ventaja fue poca. ¿Qué habría pasado si esas presidenciales se hubiesen realizado apegadas a la ley? Si… Capriles hubiese podido ganar. En 2013 Maduro utilizó misma fórmula que Chávez, la ventaja sobre Capriles fue ínfima, menos de 300 mil votos, allí sí podemos asegurar, en un contexto de institucionalidad Capriles hubiese ganado cómodamente… O sea, desde ese momento, el chavismo disfruta de un extraining injusto, ilegal e ilegítimo.
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En 2016 fue el colmo, como señalamos, el régimen evadió inconstitucionalmente el revocatorio a sabiendas su realización lo destronaría del poder, continuó alargando su funesto extraining. No conforme, ante la proximidad de un período de elecciones, en 2017 se inventó una constituyente al margen absoluto de la Carta Magna y de todo precepto democrático, misma que reposa en un gran charco de sangre, a fin de tribular su permanencia en el poder. Una vez realizada la elección de presuntos constituyentes a espaldas del pueblo, autoproclamándola supraconstitucional, consumaron una serie de procesos electorales condicionando todo para que el chavismo se alzase como un (falso) triunfador; migraron electores, centro de votaciones, no hubo voto extranjero, se utilizaron (como de costumbre) todos los recursos e instituciones del Estado a favor del PSUV, el régimen escogió “candidatos y partidos opositores”, impuso electores, resultados y un largo etcétera, una vez más, vio extender su inconstitucional e ilegítima permanencia en el poder.
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¿Qué significa todo esto? Ya los venezolanos en el referéndum 2007 habían dicho ¡NO! al proyecto cubanoide propuesto por Chávez, sin embargo, él impuso su contenido a través de leyes habilitantes, de un TSJ y AN rojas rojitas, lo que ha significado las grandes tragedias que padece el país. Todo esto nos permite asegurar, el chavismo fue legal y legítimo hasta las elecciones de 2006, donde de la mano de furtivas “políticas sociales” gran parte de la población decidió votar por Chávez a fin de recibir las dádivas de ese populismo salvaje, basado en la renta petrolera más alta y sostenida de la historia. A partir de 2012 el castrismo venezolano, alias chavismo, se enquistó como un cáncer que poco a poco, pero cada vez más aprisa, mata la república.
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Incluso podríamos señalar, desde 2002 el chavismo está en extraining toda vez que el pueblo lo derrocó, pero la pésima actuación de aquella dirigencia opositora lo hizo retornar ¿Qué habría pasado luego si no hubiese existido el boom petrolero? Dejemos ese tema para otra oportunidad.
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En la Venezuela 2020 hablar de elecciones, alianzas, de pactos con el régimen es inconcebible, es complicidad, es traición… no tiene ninguna cualidad legal ni legítima. El único punto en la agenda de los venezolanos debe ser el cese de la usurpación, así recobrar nuestra venezolanidad, nuestra constitucionalidad, nuestra democracia. Flaquear en este punto significa extender el chavismo en el poder que usurpa, sostenido exclusivamente por la violencia institucionalizada, por el dolor y las necesidades que él mismo crea.
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