Organismos
Antes, permítanme por favor señalar que el presente es nuestro artículo número mil desde que en enero de 2000, enmarejado por la preocupación, decidimos opinar públicamente acerca de la compleja realidad política nacional, a todos quienes nos publican y leen muchísimas gracias.
Diecisiete años después seguimos enmarejados, hoy ante la pregunta ¿Caerá el Gobierno? Aclaramos para los zamuros de la capciosidad, el término “caerá” lleva implícitos escenarios electorales. En fin, comprendamos algo:
El gobierno de Maduro ha perdido toda conexión social, lo apoya apenas 10% de la población (sigue cayendo), ha optado por aferrarse al poder a través de fabulescas interpretaciones “constitucionales” por parte de una institucionalidad desarraigada de la Constitución, desafueros que han generado la explosividad social del momento.
Aparte de las violaciones a la Carta Magna, como nexo complementario, intenta mantener el poder por medio de la represión, día a día más cruenta, donde paramilitares copan la escena del crimen ante la suspicaz permisibilidad de autoridades competentes.
Tal ha sido el caos derivado del proyecto socialista clásico impuesto al país, que organismos internacionales que el mismo Gobierno financió como la Celac y Unasur hoy le dan la espalda; asimismo, la OEA, la ONU, Mercosur y la UE día a día instan para que cese la brutal represión al pueblo venezolano, pueblo cuyo único pedimento es el restablecimiento de sus derechos, libertades, elecciones libres, universales y directas.
La tozudez del Gobierno solo da espacio a un solo escenario ya advertido, el empeoramiento de lo que ya es caótico. Él mismo cavó su tumba al pretender sustituir el sector privado por políticas sociales atadas a la pobreza con subsecuente obediencia electoral; “esfumado el boom, esfumada la obediencia” hoy solo puede retener Miraflores a través de la imposición de un régimen castrista que ya en el 2007 el pueblo sabiamente dijo ¡No! por ello está condenado a dejar el poder.
Existen varias fórmulas para su despedida, entre ellas: Por la vía democrática, tal como lo prevé extremadamente claro la Constitución; a través de una amnistía general ; y por medio de la caotización del país.
Incluso, sí el Gobierno vence las protestas y hace la Constituyente, el modelo país propuesto es inviable, agudizaría los desmanes, solo retrasaría su salida. Las cartas están echadas, lo que ocurra no depende del Gobierno ni de la oposición, sino de lo que el pueblo permita o evite.