Otoño Joven produce un vino zuliano con ADN húngaro

Pretendían hacer vino. Y la viña se transformó en un laboratorio. Ensayo y error. Fracasaron una y otra vez en esta odisea autodidacta. Práctica y lectura. En total, 30 libros devorados hasta que lograron un producto decente

Paúl y Martín tomaron las riendas del viñedo familiar entre finales de 2011 y principios de 2012. Estos hermanos —Paúl de 25 años y Martín de 22— son la tercera generación de los Kermendy que tienen que atravesar este rito de pasaje. Y el llamado del deber llegó en un momento duro, cuando el mercado de la uva se vino a abajo.

Su abuelo, un húngaro que emigró a Venezuela en 1958, compró en 1965 un terreno en Mara para la viña que con el paso de los años se convirtió en el negocio familiar. Los padres de Paúl y Martín, antes que ellos, también recibieron esta responsabilidad como herencia. Sólo que en tiempos menos turbios económicamente.

“Cuando mi hermano y yo nos empezamos a encargar del negocio había problemas de mercado. No teníamos a quién venderle, porque nosotros cultivábamos la uva y se la enviábamos a empresas que vendían productos terminados: champaña, jugo”, narra Paúl.

Los Kermendy, de hecho, casi pierden una cosecha. Y cuando vendían las uvas para el consumo directo, la mayoría de los clientes pagaban tarde y al precio que querían. Pero en 2012 decidieron que el viñedo no se podía dedicar exclusivamente a la venta de una fruta.

“Ese año tomamos la determinación de hacer productos terminados, porque pensamos que no era tan complejo. Pero nos equivocamos”.

El experimento

La tropical Mara le permitía a los Kermendy programar las plantas para dar tres cosechas al año, a diferencia de Europa, donde por lo general sólo se da una. Eso les permitió acelerar el proceso de aprendizaje y, de cada vendimia, tomaban una porción para hacer vino. El resto, lo vendían.

Así nació en 2014 Otoño Joven, una de las marcas —y tal vez la única— de este licor artesanal del Zulia.

“Ya teníamos un producto lo suficientemente bueno como para venderlo. Empezamos desde cero: no tenemos inversores, socios ni créditos. Les vendíamos a nuestros amigos y a sus amigos. Sin cadenas de distribución. Sin publicidad ni redes sociales fuimos creciendo”.

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