Un grupo de pacientes y sus familiares protestó frente a la sede de la Gobernación del estado Zulia y denunció que cerca de cinco enfermos nefríticos mueren semanalmente
Los pacientes renales del Servicio Autónomo Hospital Universitario de Maracaibo (Sahum) reflejan la situación de la salud que vive Venezuela. Para ellos la diálisis, lejos de ser una solución, es un calvario que afecta su bolsillo y perjudica aún más su salud.
Un grupo de pacientes y sus familiares protestó frente a la sede de la Gobernación del estado Zulia y denunció que cerca de cinco enfermos nefríticos mueren semanalmente en el hospital, y que cerca de 80 murieron en lo que va de año.
Cada día de tratamiento hay una historia como la que contó Julia Uzcátegui, familiar de un paciente, quien explicó que tres veces a la semana en compañía de su esposo sube nueve pisos, porque los ascensores no funcionan. “Funcionan un día y el resto no. En ese plan tenemos más de dos años”.
Y que su estructura parece ceder ante el tiempo y la falta de atención de parte de los entes responsables, cuando sus propios usuarios denuncian que los cadáveres de las personas que fallecen “en piso”, los bajan en sillas de rueda.
La voz del paciente
Son 140 pacientes renales que atienden en el servicio y tanto ellos como el resto de los que acuden al centro de salud, no cuentan con el servicio de laboratorio. La única opción es acudir a un laboratorio privado, donde la hematología puede superar los 800 bolívares soberanos.
“No tienen reactivos y tenemos que hacernos exámenes mensualmente”, añadió la mujer, quien explicó que otro problema es la falta de sangre. “El Banco de Sangre solo reparte 20 bolsas de sangre diarias y tienes que apartar el turno desde la 1.00 de la madrugada”.
Quien no logre hacerse de la necesitada bolsa de 500 centímetros cúbicos, debe acudir de nuevo a los entes privados, donde la bolsa puede costar hasta cinco mil bolívares. Las soluciones, obligatorias para la diálisis, se agotaron el miércoles y para hoy posiblemente no encuentren, su precio en la calle es de 700 bolívares soberanos, a lo que hay que sumar entre 15 y 20 mil para el catéter.
Más esfuerzos
No conforme con el hecho de subir nueve pisos para aplicarse el tratamiento obligatorio para no morir, los pacientes deben limpiar la sala de diálisis con sus propios productos de limpieza. “No hay ni un lampazo. Y el cloro lo tenemos que poner nosotros para mantener medianamente limpia las instalaciones”.
El piso de diálisis no está conectada con la planta eléctrica del sanatorio, por lo que cuando el flujo eléctrico es interrumpido, la sala queda paralizada por completo, como ocurrió el pasado miércoles al mediodía cuando la ciudad se quedó sin luz.
Esta no es la primera vez que los pacientes renales denuncian situaciones similares en los centros de diálisis de la región o la ciudad. Hace seis meses otro grupo de enfermos protestó también frente a la Gobernación.