Págueme con comida

De acuerdo con datos aportados por el Cendas el precio de la cesta básica familiar para el mes de agosto, alcanza la cifra impactante de 500 mil bolívares

Afuera arrecia un sol inclemente que estremece hasta los árboles, suena un timbre apresurado e insistente, pregunto: ¿Quién? Puede ser cualquiera, aunque casi siempre sé que son personas con rostro encajado y perdido en busca de algún trabajo ocasional, como limpiar el patio, podar las plantas, pintar alguna pared descolorida, sacar escombros o barrer el frente de la casa, entre otras faenas cotidianas que nunca faltan y una ayudita no viene nada mal. Ante la mirada ansiosa, la interrogante infaltable es: ¿Cuánto cobra? La respuesta es tajante e inmediata: págueme con comida, tengo mucho tiempo sin comer, si me da el desayuno y el almuerzo está pagado todo el trabajo del día.

Es una escena constante, dolorosa y desgarradora, sobre todo al constatar que los venezolanos tenemos hambre por la escasez, desabastecimiento y alto precio de los alimentos que solo un pancito de una panadería cercana cuesta 110 bolívares, representando un costo excesivo para el bolsillo de un trabajador normal y sencillo, cuyo dinero obtenido con demasiado esfuerzo no alcanza ni para comprar un refresco. De acuerdo con datos aportados por el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas) el precio de la cesta básica familiar para el mes de agosto, englobando alimentos, artículos de limpieza, higiene personal y medicinas, alcanza la cifra impactante de 500 mil bolívares, es decir, 500 millones de hace nueve años .

Al analizar el costo de la canasta alimentaria con el salario mínimo vigente, el escenario se recrudece al evidenciar que un grupo familiar venezolano debe contar hasta con 25.5 sueldos básicos para adquirirla si la encuentran, porque los alimentos esenciales, como la leche en polvo, atún, pollo, carne, huevos, queso, mortadela, caraotas, arroz, margarina, azúcar, harina de maíz y aceite, son productos demasiados difíciles de conseguir, convirtiendo la realidad en una cruenta economía de guerra; con muchos ancianos y niños afectados por los elevados niveles de desnutrición, fomentando el ausentismo escolar y vulnerando la calidad de vida de  los  habitantes de esta patria que algún día fue de todos. 

Por lo pronto, seguirán sonando timbres en hogares imprevistos y las figuras se desdoblarán desanimadas y pesimistas ante una etapa mucho más cruel, al no resolver los problemas de fondo estructural con la empresa privada, los bajos precios del petróleo, inflación desatada y el poco incentivo a la producción nacional, agudizando aún más que no haya comida, ni para unos ni para otros, ni mucho menos para algunos.

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