¿País potencia o la impotencia de un país?

 

Económicamente el país muestra una impotencia evidente, en medio de un grave estancamiento y una hiperinflación sin precedentes. El FMI estima, que en menos de cinco años, seremos la decimocuarta economía de América Latina

El segundo Plan Socialista de Venezuela (2013-2019), dentro del propósito de avanzar en el socialismo sin retorno posible, mediante la instauración de un Poder Popular que pretende “pulverizar completamente la forma de Estado burgués que heredamos”, se impusieron cinco grandes objetivos, uno de los cuales es: “convertir a Venezuela en un país potencia, en lo social, lo económico y lo político, dentro de la gran potencia naciente de América Latina y el Caribe”. 

Cinco años después, ninguno de esos objetivos se ha logrado, pero nos detendremos solo en el relativo a convertir a Venezuela en un país potencia. Ello suponía hacer de Venezuela un país con capacidad creciente, más que evidente, por encima del promedio regional, para poner en marcha cambios significativos en lo social, lo económico y lo político. Lamentablemente, ese socialismo del siglo XXI, con su carga de estatismo exagerado; nacionalismo a ultranza; negación de la persona humana; debilitamiento de la sociedad civil; supremacía de lo militar sobre lo civil; centralización política y económica; ausencia del Estado de derecho y de vigencia de la Constitución; menosprecio del poder laboral y de la economía de mercado y la propiedad privada, entre otras cosas, antes que fortalecer nuestra capacidad como país, la ha degradado como nunca antes en nuestra historia contemporánea. 

En menos de 20 años, el socialismo marxista-castrista que se nos ha impuesto a la fuerza, antes que poner de manifiesto que somos o podemos ser un país potencia, solo ha mostrado al mundo la impotencia de un país, que no puede ni siguiera mantener en su territorio, con un mínimo de bienestar a sus nacionales, que emigran en número nunca visto a todo el mundo. Económicamente el país muestra una impotencia evidente, en medio de un grave estancamiento y una hiperinflación sin precedentes. El FMI estima, que en menos de cinco años, seremos la decimocuarta economía de América Latina. Socialmente, la pobreza alcanza a más del 85 por ciento de la población, con desempleo creciente y deterioro del nivel de bienestar. 

Todo revela la impotencia social de un país que se está quedando atrás. Y políticamente, Venezuela antes que potencia, solo pone de manifiesto un poder mal conducido y utilizado, que cada vez la aísla más de la comunidad internacional, en medio de sanciones crecientes. Por ello, ya es hora de no seguir engañando a los venezolanos con la mentira de que somos un país potencia. Simplemente somos un país cada vez más impotente de enfrentar sus problemas, a través de un sistema como el socialismo marxista, fracasado en todas sus experiencias históricas.       

 

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