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El pontífice llegó a la aledaña colina del Palatino en torno a las 21.00 hora local (20.00 GMT) para desde ahí asistir al recorrido de la cruz, que será transportada por varias personas desde el Coliseo hasta el lugar donde se encuentra el papa.
Antes de eso, la cruz se detendrá en catorce estaciones que narran la Pasión Cristo, desde el calvario hasta la crucifixión, acompañada por las palabras del cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia (centro de Italia).
El purpurado intercalará sus reflexiones con pasajes del Evangelio referentes a la Pasión y abordará temas cotidianos como el sufrimiento, la pobreza, la enfermedad, la marginación o la violencia.
En una entrevista a Radio Vaticana, Bassetti expresó su voluntad de animar a los fieles a comprender que “el drama de la Pasión de Cristo es parecido al de la pasión del hombre actual y que los grandes problemas de la humanidad requieren purificación y reconciliación”.
En la primera y la última estación la cruz será portada por el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, mientras que durante el resto de pasajes será transportada por representantes de la familia, enfermos o personas procedentes de zonas en conflicto, como Siria.
Los inmigrantes tendrán un papel central, ya que, según ha informado la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas, ellos serán los encargados de transportar la cruz durante seis estaciones.
En concreto participarán personas de nacionalidades china, rusa, paraguaya, bosnia, ecuatoriana, ugandesa, keniata, mexicana, centroafricana, estadounidense y boliviana.
En esta ocasión, las autoridades de Roma han establecido fuertes medidas de seguridad, en medio de la alerta terrorista en Europa.
Durante la jornada se ha controlado la zona con unidades de artificieros y equipos especiales antiterrorismo para garantizar la seguridad en un evento al que acuden decenas de miles de fieles católicos, turistas y curiosos.
El Viernes Santo es el segundo día del Triduo Pascual y recuerda la pasión de Cristo y su calvario hasta ser crucificado.
El rito del Vía Crucis fue instaurado en 1741 por orden de Benedicto XIV, aunque su práctica cayó en el olvido con el tiempo.
En 1925 volvió a celebrarse y, en 1964, el papa Pablo VI eligió el Coliseo de Roma como escenario de esta ceremonia, por ser símbolo de la persecución de los primeros cristianos.