Los
Nueve mujeres cargaron el féretro marrón donde reposaba el cuerpo de Euclides de Jesús Villalobos Finol (58), conocido como el “Gocho”. La caravana salió de la avenida 101 del barrio Guaicaipuro. Al conductor lo mataron, el pasado miércoles, de un tiro en la cabeza en la parada de barrio Obrero, por resistirse al robo. Sus compañeros no prestaron servicio para exigir justicia y denunciar que una banda los acosa.
Los 110 conductores que conforman la ruta Curva-Carmelo-Obrero cerraron la calle y le indicaban a los carros que la vía principal estaba cerrada. Un centenar de familiares y amigos colmaron la casa materna de Villalobos. Todos querían despedir al “Gocho”, a quien describieron como honrado y un gran ser humano.
La fachada de la casa no lograba distinguirse, una docena de parientes abarrotaban la entrada principal. Servilia Villalobos, madre de la víctima, estaba entre ellos. Lloraba, las palmaditas en el hombro y los apretones parecían no consolarla. “Si ella soporta esto, es aún mejor persona”, murmuraban los conocidos.
La Asociación de Choferes, adscritos a la ruta, se organizaba en las adyacencias para despedir a su compañero, Gregorio Zerpa, presidente de la línea, anotaba en una hoja todos los carros presentes. “No queremos extraños y así llevamos un control de todo el que nos acompaña”.
A las 12.00 del mediodía, las hijas de Euclides taparon el féretro, lo acomodaron sobre sus hombros y lo sacaron de la sala. Lo cargaron en procesión por la avenida principal. Caminaron con una multitud detrás una cuadra. Al “Gocho” lo llevaron a la casa de su esposa para que se despidiera de todo.
A medida que avanzaban el llanto se hizo colectivo entre familiares y sus acompañantes. Sus compañeros enfilaron los carros, esperaron que los niños escribieran palabras de despedidas para el chofer y escoltaron la caminata.
Los amigos lamentaron la muerte. “Por aquí los ladrones mantienen en zozobra a todos, aún no creo que esté muerto”, dijo un allegado, mientras recordaba que Villalobos regresó esta semana a trabajar luego de estar un mes en reposo al sufrir un accidente cerebrovascular.
En la casa del “Gocho” se despidieron, se montaron en los porpuestos y partieron en caravana hasta la parada de los carritos en La Curva. Allí harían una oración y luego seguirían al cementerio San Sebastián para el sepelio.
Insólito
Doce horas después del asesinato de Euclides Villalobos (58), otro conductor de la ruta Curva-Carmelo-Obrero, fue víctima del hampa. Recogió a cinco pasajeros en la parada, cuando terminaba la ruta, los delincuentes anunciaron el asalto, no se resistió y entregó todo el efectivo que tenía. “El carro no se lo llevaron, gracias a Dios”, recordó el chofer.
Los conductores piden justicia por el crimen. Hicieron un llamado a las autoridades, explicaron que están cansados de los asaltos. “Uno a veces sabe quién es el delincuente y no salimos para no montarlos”, alegaron que la situación ha empeorado y ahora no saben quién podría ser el próximo.
9 mujeres cargaron a pie la urna hasta la casa que compartía con su esposa en el mismo sector
Los niños escribieron palabras de despedida en los vidrios de los carros.
Los familiares y sus conocidos lloraban en el funeral.