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En medio de la industrializada ciudad mexicana de Monterrey se encuentra un enorme espacio público repleto de vegetación que acoge museos, plazas, lagos, pabellones, auditorios, un hotel e incluso un parque temático y una pista de hielo. Es el Parque Fundidora.
Con 142 hectáreas y un sinfín de ofertas de ocio y culturales este lugar se ha convertido en el principal atractivo turístico de la capital del estado norteño de Nuevo León, fronterizo con Estados Unidos, sin olvidar su gran pasado siderúrgico, que marcó el inicio de la revolución industrial en México.
Sobre los terrenos que actualmente albergan el parque se erigió, en 1900, la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, considerada la cuna de la producción de acero en México. “Fue la primera siderúrgica integrada de Latinoamérica. No fue solo importante para Monterrey y su crecimiento económico e industrial, sino que para todo el país representó el inicio de una revolución industrial”, explica Marta Piñeiro, jefa de atención al visitante del Museo del Acero Horno.
Este emblemático espacio, que aprovecha la imponente estructura del Horno Alto Número 3 de la extinta fundidora, actualmente museo, centro interactivo de Ciencia y Tecnología y hasta de restaurante, es un claro ejemplo de la simbiosis entre historia y modernidad que caracteriza el Parque Fundidora.
Puesto en operación en 1968, esta gigante del metal tenía una capacidad de producción de entre mil 500 y dos mil toneladas diarias de arrabio; el producto intermedio que se obtiene durante la fundición del hierro, hoy se ha reconvertido en un mirador, desde donde se contempla gran parte de la ciudad, conocida como la Sultana del Norte y de la que es originario el escritor Alfonso Reyes.
Fundada con el nombre de Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey en 1596, esta urbe mexicana tiene la particularidad de contar entre sus primeros pobladores, tras la colonia, con judíos askenazis de la diáspora resultante de la expulsión dictada por los reyes católicos a finales del siglo XV.
Además del horno, el pasado siderúrgico de esta ciudad, que hoy es sede de importantes compañías industriales y financieras, está representado a lo largo y ancho del parque con la exhibición de 27 macro piezas industriales como hornos, edificios, grúas y chimeneas, así como 127 piezas de menor tamaño distribuidas en los jardines.
Estas figuras van acompañadas de sus respectivos paneles explicativos, dando todavía más peso a la vertiente museística del Parque Fundidora. Un lugar que empezó su transformación en 1989, tras la quiebra de la compañía de fundición tres años antes, y en 2001 fue declarado Museo de Sitio y Arqueología Industrial.
Atractivos
El Parque Fundidora acoge un museo de cera, un parque temático dedicado al mundo de los loros y otro que recrea Plaza Sésamo y que, en honor a sus personajes, dispone de juegos mecánicos, teatros, piscinas, toboganes y áreas de descanso pensadas para toda la familia.
En el trayecto por el río Santa Lucía que une Monterrey al Parque Fundidora, los visitantes disfrutan de un paisaje con 24 fuentes iluminadas, varias obras escultóricas, puentes, andadores y murales de los principales artistas de la ciudad, influenciada tanto por México como por los vecinos Estados Unidos, nación a la que debe algunos de sus hábitos y costumbre.
A pesar de ser un todo en uno por su polivalente oferta, el Parque Fundidora está completamente integrado a la ciudad. Basta con mirar el horizonte para contemplar el icónico Cerro de la Silla, otro símbolo de los regiomontanos, por su similitud con una silla de montar a caballo.