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Se nos acaba el año 2015. Apenas a pocas horas de que las alegres voces de bronce lo anuncien y la alegría desbordante del ¡Feliz Año! Nos indiquen que hemos cruzado esa línea imaginaria que separa a un año de otro; mientras el rostro querido de nuestras madres, abuelas, tías, esposas son surcados por ríos salobres al recordar a los que están lejos y no pudieron asistir a la cita en Nochevieja o a los que partieron a otra dimensión existencial y solo queda el consuelo de su recuerdo imperecedero, los venezolanos nos envolvemos frenéticos en un abrazo que está preñado de esperanzas, de entusiasmo por el nuevo año que promete cambios y la posibilidad de unas mejores condiciones de vida, aunque tal vez la situación sea la misma o peor.
Siempre la Nochevieja se presta para revivir viejos propósitos y renovar los deseos. El que da la vuelta a la manzana con una maleta en la mano o el extendido uso de ropa interior amarilla para las damas, son costumbres para alejar los fantasmas del pasado y pensar en el porvenir deseado. No obstante, la situación es otra y para el país no se espera una mejora económica. Pero lo que sí podemos hacer es intervenir la realidad para tener mejores perspectivas y de cara a los cambios que se han de venir, tener un cambio de actitud, de las maneras de pensar y actuar, pues la transformación de la realidad parte de una introspección profunda y convencernos que el cambio es posible y nosotros somos los actores principales y, por ende, partir de nosotros mismos. Hacernos protagonistas de esa transformación.
En tal sentido, nunca debimos aceptar las trampas de los gobiernos populistas, exacerbadas al infinito en el actual régimen que, mediante la renta petrolera, trató de comprar nuestras consciencias haciéndonos dependientes de la dádiva, con diferentes nombres, para mantenernos postrados a sus deseos. Hoy, la realidad aplastante señala que es imposible complacer a toda esa masa y como hemos rescatado nuestra dignidad, el Gobierno nacional debería establecer políticas sociales que generen oportunidades laborales para que accedamos al trabajo productivo y dignificante. Para todos mis lectores, amigos y en especial mi familia, es mi deseo que, el 2016 sea de progreso, paz y armonía. ¡Feliz Año!