jueves, noviembre 21, 2024
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Patria y Universidad

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Ante la terca realidad que nos conmueve, no es posible colocarse una venda que haga translúcida la conciencia y se acepte como algo normal la injusticia. La patria está maltrecha y malherida y la Universidad ultrajada y ofendida. Frente a esa trágica situación no podemos los venezolanos, mucho menos los universitarios, asumir la moral de Tartufo. No se justifican engañosas posturas ni el cumplimiento a medias de principios y valores. Somos venezolanos o no lo somos, amamos nuestra Universidad y la defendemos o no la amamos y permitimos su ultraje. No puede haber términos medios.

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La patria debe ser para nosotros como la concibe José Ingenieros: “Sincronismo de espíritus y corazones, temple uniforme para el esfuerzo y homogénea disposición para el sacrificio, simultaneidad en la aspiración de la grandeza, en el pudor de la humillación y en el deseo de la gloria”. La Universidad es una institución axiológica por esencia. Educar en valores implica retomar los principios correctos que nos definen como nación. Los valores, entendidos como dice Stephen Covey, son atributos que le damos a los principios, esencia de lo que nos caracteriza, lo que verdaderamente somos. Los valores en la conducta humana se configuran en las actitudes y actúan como marcos preferenciales de orientación al sujeto en el mundo donde vive.

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Hemos permitido que en el país, y ahora en la Universidad, que la mediocridad se instale con solemnidad; la indecencia y la impunidad sea expresión de un pretendido liderazgo y la inmoralidad una práctica política, lo cual contrasta con los principios y valores que nos caracterizan como pueblo y como universitarios.

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La ciencia, las artes, el deporte, el ejercicio profesional en cualquier área del conocimiento lo hemos venido exhibiendo con orgullo por el mundo, demostrando lo que verdaderamente somos y de la capacidad que ostentamos, no eso que vergonzosamente dirige al país y que ahora pretende, nuevamente, tomar por asalto a la universidad venezolana, exhibiéndose fanfarronamente con el apoyo de la barbarie e internamente por los resentidos de siempre que han venido rumiando su intrínseca mediocridad que les ha impedido, por años, cualquier reconocimiento académico.

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Los venezolanos que han puesto en alto el estandarte de la patria, que son muchos, tendrán siempre su sitial de honor, por méritos propios, no amparados por la sombra brutal de la fuerza. Frente a cada forjador de ideales se alinean impávidos mil Sanchos, repetía Ingenieros, como si para contener el advenimiento de la verdad hubieran de complotarse todas las huestes de la estulticia. En el país, y con sobrada razón en las universidades, sabemos distinguir muy bien entre las payasadas y las verdaderas virtudes, por eso los venezolanos sin tacha y los universitarios con honor rescataremos el sitial que corresponde a la nación y a la Universidad.

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